1. Perfiles complementarios

El currículum, la experiencia y las habilidades de cada participante complementan las fortalezas de los demás compañeros. Cada uno de los roles está perfectamente clarificado y definido. De este modo, existe un buen nivel de organización en las funciones y tareas.

2. Interdependencia positiva

En un equipo de alto rendimiento existe un vínculo que se caracteriza por la interdependencia positiva. Eso significa que la implicación de cada uno resulta determinante para completar el proceso. La labor de cada uno es importante para los demás. De este modo, todos avanzan desde la colaboración y la cooperación hasta la materialización de una meta común.

3. Autonomía

El sentido del liderazgo no eclipsa la autonomía en el grupo que tiene la capacidad de autodirigirse a sí mismo. Un equipo de alto rendimiento está muy bien cohesionado. Está integrado por personas motivadas, comprometidas y felices.

4. Relaciones horizontales

Existen distintas formas de organización que se enmarcan en el mundo de la empresa. Un organigrama puede tener una estructura jerárquica que muestra una vinculación vertical entre los diferentes departamentos. Sin embargo, los lazos profesionales que tienen una estructura horizontal se desarrollan de igual a igual.

5. Responsable

En el contexto del trabajo en un equipo de alto rendimiento existe un proceso de mejora constante. La responsabilidad es clave para identificar las consecuencias de los aciertos y de los errores.

6. Sentimiento de pertenencia

El alto rendimiento de un equipo no solo depende del talento, sino también del clima positivo que se crea en el trabajo en colaboración con los demás. Cada perfil experimenta un sentimiento de pertenencia, es consciente de que tiene su lugar en el grupo. Un clima laboral amable refuerza las emociones agradables que están tan vinculadas con el bienestar y la creatividad.

Ventajas para la empresa

Las empresas pueden establecer colaboración profesional con expertos de distintas ciudades. Por tanto, se amplía el marco de búsqueda de talento. Desde este punto de vista, el teletrabajo hoy hace posible lo que hace unos años era imposible.

La empresa también se beneficia de un mejor rendimiento profesional de los trabajadores que gracias a la posibilidad de trabajar desde casa, concilian con menos estrés la vida laboral y el plano personal.

Ahorro de espacio puesto que los colaboradores tienen su oficina en casa por lo que no hace falta invertir en tanta infraestructura. El teletrabajo ayuda a poner el foco de atención en lo esencial de la empresa: la labor en sí misma. Por otra parte, también se reducen las posibles tensiones de comunicación que pueden darse en equipos que trabajan en colaboración presencial.

Inconvenientes para la empresa

Uno de los inconvenientes que el teletrabajo plantea a la empresa es la adaptación a un cambio en la metodología de trabajo por lo que debe poner los medios adecuados para este fin. Y todo proceso de adaptación al cambio viene acompañado por incertidumbre, dudas y esfuerzo. Los trabajadores deberán actualizarse para utilizar el programa informático pertinente.

La empresa tiene menor control sobre el modo en el que los trabajadores gestionan su tiempo. Sin embargo, esto plantea una nueva perspectiva: el trabajo adaptado al cumplimiento de objetivos. Uno de los aspectos negativos en el teletrabajo es que se pierde el valor de la comunicación presencial y para algunos profesionales, esta forma de contacto resulta un tanto impersonal.

Uno de los inconvenientes que plantea el teletrabajo es que no es un sistema que pueda adaptarse a todos los negocios.

Qué hacer

Lo primero y principal es hacer que el empleado se sienta parte de la empresa, del sistema, porque en caso contrario de nada servirán el resto de medidas. Para lograrlo es importante que la compañía motive a sus empleados y reconozca su labor, así como la importancia estratégica de su actividad diaria para la buena marcha de la empresa.

Igualmente es relevante que los empleados sean conscientes de los objetivos que se deben conseguir, que deben ser reales, para fomentar su ambición y participación en la consecución de esas metas. Por supuesto, deben tener claros los valores propios y corporativos.

El reconocimiento de las acciones que se lleven a cabo por parte de los empleados o la retroalimentación, conocida también como feedback positivo, es decisiva también. Asimismo, es vital que se trabaje en un buen ambiente y que haya confianza, al igual que el trabajador tenga un determinado nivel o grado de autonomía para que pueda tomar un mínimo de decisiones propias sobre su trabajo diario.

No hay que olvidarse de que los empleados dispongan de la oportunidad de evolucionar para avanzar en su profesión y poder seguir dentro de la empresa con su carrera profesional. Y otro factor clave es la formación. Las empresas deben ser conscientes de su importancia para desarrollar su potencial y dar respuesta a las necesidades de crecimiento tanto de la empresa como profesionales de los empleados.

La clave de un negocio reside entre otras cosas en el trato excelente al cliente. El cliente es una pieza clave de una empresa, sencillamente, porque sin los consumidores, cualquier proyecto pierde su sentido. Por ello, amabilidad, eficacia y relación calidad precio del producto son básicos. Tener un espíritu empresarial implica dar el trato adecuado a los empleados para que se sientan valorados, motivados, y especialmente, delegar en ellos para que sientan que pueden trabajar en libertad. El número de empleados adecuado varía dependiendo de las dimensiones de la propia empresa, sin embargo, siempre es mejor no tener a más trabajadores de los necesarios.

Una empresa debe estar definida en un área en concreto y especializarse en tal campo. De lo contrario, cuando se corre el peligro de saber de todo, se pierde credibilidad ante los clientes. Por otro lado, la estructura de la empresa debe de ser simple.

Todo buen emprendedor debe de estar abierto a las necesidades del mercado pero también, debe ser audaz y observador a la hora de aprender de los demás. Por otro lado, también es esencial poder tener contactos profesionales con los que fomentar el diálogo y la comunicación.

Un buen emprendedor es capaz de asumir riesgos en base a metas más elevadas. Y puede sobrellevar la incertidumbre desde un punto de vista emocional para dar calma en los momentos clave al resto de empleados.