Muchas personas que tienen en mente la idea de emprender un negocio tienen una lucha interna en una balanza emocional que no está en equilibrio. El miedo es experto en matar sueños maravillosos a nivel profesional. Ser emprendedor es una aventura que tiene un lado muy positivo.
Ser una persona independiente
Al ser emprendedor, eres una persona independiente y autónoma que gestiona un negocio con su criterio sin tener que contar con el apoyo constante de un jefe. Lo ideal es que además de jefe seas un líder para generar empatía en tu equipo.
Ganar dinero con ello
Existen negocios que cierran sus puertas por falta de ingresos. Pero existen emprendedores que crean una empresa y viven de su trabajo diario. Es importante ser realista: un emprendedor trabaja muchas horas y no cuenta con un sueldo fijo cada mes.
Flexibilidad de horarios
Ser emprendedor también te dota de cierta flexibilidad de horarios que puede ser muy positiva cuando el emprendedor quiere hacer compatible su trabajo profesional con otros objetivos, por ejemplo, la formación.
Esta flexibilidad de horarios se hace más patente cuando el negocio ya se ha consolidado pero al principio, conviene convertir el trabajo en una prioridad absoluta.
Realizar la vocación
Es todo un privilegio poder hacer aquello que te gusta porque cuando trabajas disfrutando te sientes más motivado. La persona que crea un negocio se arriesga mucho y convive con la incertidumbre del resultado final, sin embargo, la motivación es clara: poder convertir una pasión en una forma de vida.
Autoestima
Ser emprendedor te da autoestima porque la persona que toma el peso de un negocio desarrolla muchas habilidades: capacidad de gestión, desarrollo de habilidades sociales, el emprendedor descubre su fortaleza interior y su valentía… Ser emprendedor es un aprendizaje diario para aquel que se supera a sí mismo en cada paso.