Uno de los deseos de muchas personas es emprender sin correr riesgos, algo que resulta literalmente imposible. Sin embargo, lo que sí es posible es minimizar los riesgos con una buena planificación y toma de conciencia.
Anótalo todo
Anota todo incluso aquello que creas que es menos importante. Haz todas tus anotaciones en un solo lugar. De lo contrario, puedes perder información o dispersarte.
Identifica tus riesgos
Una buena medida es ser proactivo a la hora de identificar los riesgos que puedes encontrarte en el camino como emprendedor. De esta forma, al enumerar los obstáculos también puedes analizar qué recursos tienes para hacer frente a esa realidad. Algunos de los riesgos que corre todo emprendedor son la posibilidad de perder parte de la inversión realizada y que el negocio no marche bien.
Invierte tiempo en planificación
Crear un negocio es una gran apuesta que debe ir acompañada por una excelente planificación. Para ello, tienes que hacerte preguntas. ¿Qué quiero hacer exactamente? ¿Cómo voy a materializar mi idea en la realidad? ¿Cuántas personas formarán parte de la empresa? ¿Cuándo voy a empezar con el proyecto? ¿Dónde lo voy a crear? ¿Con qué dinero llevaré a cabo la primera inversión? ¿Qué servicios voy a ofrecer? Responde a estas preguntas de una forma detallada y concreta con datos cuantificables y medibles.
Comienza por un proyecto pequeño
Empieza emprendiendo un proyecto pequeño porque te sentirás más preparado para tenerlo todo bajo control que si de entrada montas una gran empresa. Además, el riesgo se minimiza cuando abres un pequeño negocio y observas cómo evoluciona todo. Establece un presupuesto inicial de acuerdo a tus posibilidades reales y respétalo. Puedes alquilar un local en vez de comprarlo.
Ten iniciativa
La actitud que tiene que tener un emprendedor refleja la iniciativa de ser creativo, proponer ideas y salir de la zona de confort.