Familia y empresa se dan la mano en negocios que son gestionados por familiares que además de su vínculo como seres queridos también están unidos por cuestiones de trabajo. Existen errores habituales en este tipo de proyecto, que conviene corregir a corto plazo. ¿Cuáles son estos fallos?
No definir los roles
Ser familia puede traer como consecuencia, la falta de definición de roles claros, específicos y diferenciados. Es decir, el concepto familia no debe de confundir las cosas y en el contexto laboral, cada persona debe tener clara cuál es su función para poder posicionarse en el sistema.
Llevar los asuntos del trabajo a casa
Este es otro de los errores comunes: mezclar los asuntos familiares con los problemas de trabajo y dejar que un ámbito salpique al otro con las consecuencias negativas que esto puede causar a largo plazo.
Estructura de la organización
La estructura de la organización no siempre debe estar basada en la jerarquía de la estructura familiar, sin embargo, así es como suelen funcionar los pequeños negocios. En ocasiones ocurre que el fundador de la empresa potencia un estilo paternalista en su forma de gestión y liderazgo. Este estilo tiene el inconveniente de que no deja crecer a las nuevas generaciones ante la falta de confianza para delegar. Otro problema opuesto que puede producirse en este contexto es el de vivir una ausencia total de liderazgo.
Falta de objetividad
La implicación emocional que surge del amor hacia un ser querido puede hacer que el jefe tenga una ausencia de objetividad total al valorar la calidad del trabajo de sus empleados. Y esta subjetividad, puede afectar a la toma de decisiones más beneficiosa para la empresa.
En un negocio familiar también se puede condicionar a las nuevas generaciones para que continúen con el proyecto sin escuchar de verdad cuál es su verdadero deseo y vocación.