A la hora de montar un negocio hay que tener en cuenta la formación ya que no todo el mundo sirve para hacer frente a un proceso de este tipo. En algunos casos, la idea de emprender se deriva de una forma lógica de la carrera estudiada en la universidad. Este es el caso, por ejemplo, de un psicólogo que crea su propio centro para impartir consulta. Sin embargo, en otros casos, la formación recibida en la universidad no está tan vinculada con el proyecto creado, por ello, no sólo es importante pensar en la financiación para hacer frente a los gastos y elegir el local ideal, sino que también, es importante tener nuevas vías de formación.
Por ejemplo, los idiomas son muy importantes. Por tanto, aprender inglés se convierte en una prioridad más que necesaria. Además, cualquier emprendedor debe formarse en marketing para poder promocionar su negocio y darlo a conocer. Existen diferentes formas de promocionar una empresa, por ejemplo, a través de un blog o de una página web. Un emprendedor también debe aprender cosas nuevas sobre recursos humanos para poder realizar procesos de selección de una forma eficaz y saber captar el talento en una entrevista de trabajo. Por otra parte, cada trabajador debe tener un puesto acorde a su perfil, de forma que cuando hace algo que le gusta, también tiene la capacidad de rendir mucho más.
Además, debe convertirse en un experto en prevención de riesgos laborales para apostar por la seguridad en el trabajo. La seguridad no sólo debe de ser física sino también, emocional. Las materias que están más vinculadas con el mundo de la empresa son: el área financiera, el área fiscal, el ámbito de las ventas y la vertiente legal. A la hora de abrir las puertas de un negocio no es suficiente, únicamente, con la motivación.