Uno de los pasos que más cuesta a muchos profesionales autónomos es el de poner precio a sus servicios. Muchos tienden a dar un valor a la baja ante el temor de que, con una amplia competencia, sea difícil conseguir proyectos de trabajo. Sin embargo, aprender a poner precios que sean lo más justos y equitativos posibles no solo para el cliente sino para el propio profesional, es un valor de autoestima para quien tiene muchas menos posibilidades de sentirse quemado por aquello que hace. A veces, cuando ponemos un valor bajo a nuestro trabajo, podemos sentirnos máquinas en lugar de personas.
Más tiempo para centrarte en cada proyecto
Si por cada proyecto que realizas ganas más dinero, también tienes más tiempo para invertir en cada reto. Y este tiempo, se notará en la calidad final de tu trabajo. Por tanto, este buen resultado será un buen modo de diferenciarte de la competencia. Algo que resulta más complejo cuando, a partir de tarifas bajas, tienes que aceptar muchos más proyectos para poder subsistir, y llega un momento en el que las tareas resultan totalmente mecánicas, habiendo poco espacio para la creatividad.
Defines tu público objetivo
Al poner precios más altos, habrá clientes que no estén interesados, sin embargo, te posicionas mejor en el mercado dirigiéndote al público objetivo compuesto por potenciales clientes que buscan una calidad. Hacerlo también te permite evolucionar como profesional y abrir nuevas puertas. Cada vez son más los profesionales que buscan la diferenciación por precio.
El esfuerzo sale rentable
Cada profesional freelance se define por su tiempo de formación y también, por su experiencia profesional. Poner precios realistas a tus servicios en lugar de seguir la corriente low-cost es una forma de que el trabajo que realizas te resulte rentable a largo plazo. Teniendo en cuenta además, los gastos a los que tiene que hacer frente el autónomo cada mes.