El mercado de trabajo actual, impone una nueva tendencia. Mientras que hace unos años, era frecuente que cualquier persona entrase a trabajar en una empresa y se jubilase en ella, hoy día, es frecuente que un trabajador tenga que empezar de nuevo con cierta frecuencia. En realidad, no empiezas de nuevo sino que vas sumando experiencia, conocimiento, diferentes formas de trabajo, cada vez conoces a más profesionales de los que has podido aprender…
El cambio frecuente de empleo puede aportar cierta intranquilidad a aquellos que aspiran a controlarlo todo y a tener seguridad. Por ello, vale la pena acostumbrarse a la dificultad. Como punto positivo, cambiar de empresa también aporta la posibilidad de afrontar nuevos retos, lo que impide que te estanques en lo conocido. Al tener que adaptarte a un nuevo entorno laboral, también pones en práctica otros recursos emocionales, que tal vez, desconocías.
Además, al ir sumando experiencia laboral también tienes la posibilidad de comparar a nivel interior, dónde te sientes mejor, qué empresa te ha gustado más, en cuál ha habido un mejor ambiente de trabajo. En caso de que tu opción preferida sea aquella que disfrutas en el presente, entonces, valora lo que tienes al cien por cien e intenta dar lo mejor de ti mismo. En caso de que eches de menos una experiencia anterior, entonces, toma lo mejor de dichos recuerdos pero evita quedarte estancado en la añoranza.
Por otra parte, el hecho de haber cambiado de empresa implica que has encontrado un nuevo trabajo. Sin duda, esta opción es mejor que el desempleo ya que resulta más fácil acostumbrarse a un nuevo trabajo que a la rutina de buscar un nuevo empleo. En general, la motivación siempre es mayor cuando inicias tu primer día en un nuevo trabajo porque quieres ser uno más cuanto antes.