Asumir un puesto de responsabilidad en la empresa no significa hacerlo todo en soledad. Un trabajo está formado por un equipo integrado por distintas personas. Delegar es positivo para ti y, también, para aquellos que continúan aprendiendo gracias a esta experiencia. El principal freno, con frecuencia, no está en la realidad misma sino en la propia interpretación. Existen excusas o creencias limitantes que impiden delegar en los demás con confianza.
1. Perfeccionismo
El perfeccionista no solo lo es con los demás, sino también consigo mismo. Pero su visión del perfeccionismo no le permite relajarse ante la idea de confiar en otro profesional la realización de una tarea para la que está objetivamente preparado.
2. Delegar es un síntoma de debilidad
Delegar es un gesto de responsabilidad cuando se realiza de forma correcta, es decir, cuando se deposita esta confianza en una persona preparada para gestionar esa tarea. Y, sin embargo, la interpretación que el sujeto hace de este acto en sí mismo influye en el significado de esta elección.
3. Me gusta tenerlo todo bajo control
Esta es una de las razones con las que podemos intentar justificar nuestra falta de capacidad para delegar en otras personas si nos encontramos en esta situación. Esta afirmación, en sí misma, es una contradicción. Este mensaje solo expresa una ilusión de la imaginación. Lo cierto es que en la vida, y en el ámbito profesional, todo ser humano comprueba en múltiples circunstancias que cuando ya había planificado un propósito, surgen imprevistos que rompen con su visión de cómo serían las cosas.
4. No puedo
Esta es una de las creencias universales por excelencia. Una expresión que puede materializarse en la forma de «no puedo delegar». Una percepción que es posible superar a partir de la propia experiencia al comprobar qué ocurre en caso de tomar esta iniciativa.