En ocasiones, el miedo en el emprendimiento se vive como un límite, sin embargo, puede tener una función positiva. Es una emoción que, con frecuencia, se nombra desde una perspectiva muy general. Sin embargo, adquiere matices más concretos cuando se contextualiza en la realidad del propio proyecto de emprendimiento. ¿Cuáles son los miedos que experimentan habitualmente aquellas personas que valoran la posibilidad de montar un negocio por primera vez?
1. Síndrome del impostor en emprendedores
A veces, el emprendedor tiene una visión de sí mismo y de su potencial que no se ajusta a la realidad. Así sucede cuando exagera sus carencias o su desconocimiento, pero no pone en valor de un modo objetivo su preparación, su formación, su capacidad y su experiencia.
El síndrome del impostor se sintetiza en la creencia que acompaña a quien, de manera recurrente, cree que no está capacitado para asumir la responsabilidad de montar un negocio. Le preocupa y le inquieta la idea de no estar a la altura. Desde esta perspectiva, el error se convierte en el objeto de temor del emprendedor que se siente especialmente vulnerable ante la opinión de los demás.
2. Miedo a delegar
Incluso cuando un emprendedor monta un negocio pequeño, es muy probable que no tenga el conocimiento necesario para gestionar todas las tareas. Sin embargo, las dificultades para delegar ciertos aspectos en perfiles cualificados y preparados también pueden tener su base en un temor habitual: que el otro no se ocupe de la gestión con el mismo nivel de compromiso, responsabilidad y atención que uno mismo. Es decir, es una creencia limitante que condiciona a algunos emprendedores: consideran que el resultado del trabajo realizado por el otro no tendrá la calidad suficiente.
El miedo a delegar genera consecuencias negativas que van más allá de la propia organización del proyecto. Produce un impacto emocional que se materializa en una sobrecarga de trabajo habitual.
3. Miedo a la incertidumbre
Montar un negocio es una decisión muy importante. Pero no es fácil tomar decisiones de este tipo en contextos de incertidumbre. En ese caso, el temor se concreta en el vértigo ante el futuro a medio o largo plazo. Desde esta perspectiva, parece que el presente no aporta las certezas necesarias para hacer previsiones ajustadas.
La incertidumbre, cuando se analiza de un modo realista, no desaparece por completo. Es un elemento que conviene integrar en cualquier decisión para reducir el nivel de riesgo. Pero el ser humano dispone de la capacidad de limitar su alcance a través de la planificación, la organización y la previsión.
4. Miedo a emprender en soledad en la actualidad
Generalmente, el miedo se reduce cuando se exterioriza y se comparte con otra persona. Por el contrario, su intensidad parece aumentar cuando se silencia, se reprime o se oculta. Pues bien, el miedo a emprender en soledad es otro de los temores que presentan algunas personas que valoran la posibilidad de montar un proyecto por primera vez.
Desde su perspectiva, la colaboración de un socio puede ser clave para reducir la inseguridad, las dificultades o las dudas. Emprender con un socio no es, por sí misma, una solución definitiva. De hecho, es una circunstancia que puede plantear otros obstáculos como, por ejemplo, que el vínculo inicial derive en una relación negativa.
5. Miedo a qué dirán los demás ante el fracaso del negocio
Aunque el miedo al fracaso es habitual, el temor suele ir un paso más allá del vértigo ante los resultados no deseados. A veces, este conecta con creencias limitantes en torno a la opinión que los demás pueden tener si el negocio cierra sus puertas en poco tiempo.