La dificultad ante el cambio aumenta cuando se percibe desde la incertidumbre. Sin embargo, existen situaciones en las que conviene tomar la iniciativa para emprender una nueva etapa. En Empresariados compartimos cinco ejemplos.
1. Cuando tu excesiva dedicación al trabajo afecta negativamente en otros planos
Cuando la implicación en un proyecto se prolonga sin un límite establecido en la agenda, ocupa el espacio necesario para cultivar otras facetas de la vida. En esa circunstancia, el precio del éxito es muy elevado.
2. Cuando necesitas adaptarte a un nuevo contexto
Incluso cuando alguien aspira a hacer las cosas siempre del mismo modo, puede estancarse en su sector. Algunos aspectos pueden quedar obsoletos ante la irrupción de nuevas herramientas que simplifican la realización de algunas tareas. La motivación por el cambio también pone el acento en la formación.
3. Crees que ya ha llegado el final de una etapa
Incluso cuando ese ciclo no ha terminado en sí mismo porque las circunstancias externas te permiten seguir desarrollándote en esa dirección, puede ocurrir que a nivel interno te encuentres en un momento diferente. Y la distancia existente entre la situación actual y el estado deseado sitúa al profesional en un escenario en el que necesita hacer cambios.
4. Buscar mejores condiciones profesionales
Perseguir un objetivo realista no es sinónimo de alcanzarlo de forma definitiva. Pero conviene no renunciar a la posibilidad de intentarlo. Muchos de los cambios que se producen en el mundo laboral están relacionados con la expectativa de mejorar las condiciones profesionales para tener una buena calidad de vida.
5. Emprender un negocio o trabajar para otra empresa
Son dos opciones que se producen de forma habitual. Cada una tiene un sentido propio. La elección definitiva depende de la motivación profesional, de las prioridades a largo plazo y de las circunstancias personales.
¿Qué otros motivos para hacer un cambio en la vida profesional quieres poner en valor?