El emprendimiento está acompañado por un sentido positivo de la ambición. Pero la humildad es un ingrediente esencial que impulsa el camino hacia el éxito. ¿Cómo practicarla desde el inicio del proceso? En Empresariados compartimos algunas ideas.
1. Identifica tus fortalezas, pero también tus límites
Reconocer las fortalezas es un gesto de inteligencia emocional. Conviene no poner el foco, únicamente, en las cualidades positivas. El emprendedor que es consciente de sus propios límites llega más lejos que quien ignora esa información.
2. Pregunta lo que no sabes
Es importante evitar el perfeccionismo en el emprendimiento. Poner en marcha un negocio no implica saberlo absolutamente todo. De hecho, la nueva etapa te va a traer preguntas para las que vas a buscar otras respuestas. Contacta con otros expertos que puedan aclararte cuestiones importantes. Asumir el propio desconocimiento en torno a un asunto, es una lección de humildad.
3. Metas sencillas pero relevantes
Un sentido desproporcionado de la ambición puede reflejarse en objetivos difíciles de alcanzar. La humildad está alineada con el realismo de aquello que es probable y posible de alcanzar. La ilusión del emprendimiento puede convertirse en una fuente de impaciencia para quien quiere visualizar pronto los resultados del esfuerzo realizado. La humildad, por otra parte, mira al largo plazo.
4. Formación continua
Asumir el desconocimiento en torno a diversos ámbitos se convierte en un estímulo de motivación para seguir estudiando y aprendiendo. La formación permanente resulta indispensable hoy en día porque el contexto cambia constantemente. Y, en consecuencia, surge la necesidad de adquirir habilidades, competencias y nuevas perspectivas.
5. Aprende de aquellos líderes que destacan por su humildad
Existen distintas formas de transmitir el liderazgo. Una influencia que está acompañada por el valor de la humildad deja huella en el equipo. Inspírate en los comportamientos de personas que son un referente para ti.