Existen personas que trabajan en un negocio familiar. Es decir, comparten trabajo y proyecto con aquellos que también conviven en el área personal. Por ejemplo, puede que dos hermanos se animen a crear una tienda de ropa, un hotel o cualquier otra iniciativa semejante. Existen pequeñas y medianas empresas que están llevadas a cabo por familias que en plena crisis económica ponen en práctica el valor de la solidaridad para poder salir adelante.
Trabajar con la familia tiene muchas ventajas. Por ejemplo, en caso de que un empleado tenga que pedir un favor a un jefe que además, es familia, tiene más opciones de poder conseguir aquello que ha pedido. Tal vez, porque la empatía y el cariño también son mayores. Sin embargo, también existen inconvenientes, por ejemplo, es posible llevar los problemas del trabajo a casa, y a la inversa.
Esta es una de las razones por las que es fundamental tener madurez para poder separar ámbitos y espacios a la hora de trabajar con libertad, en un clima amable y sin tensiones. Un negocio familiar también puede unir mucho a aquellas personas que trabajan en él, sencillamente, porque las inquietudes comunes son un nexo de unión importante. Por otro lado, ante el vértigo emocional que siente cualquier emprendedor, puede sentir cierto alivio al llevar a cabo este proyecto en compañía de alguien cercano. Cada persona debe valorar su situación y sus circunstancias.
Dentro de un negocio familiar también debe existir la jerarquía propia de una empresa. Es decir, debe haber un jefe que sea un referente de autoridad para poder liderar a un equipo. Del mismo modo, se deben poner en práctica las habilidades sociales profesionales. Por ejemplo, dos familiares deben aprender a dar peso al rol profesional en la oficina. Trabajar en un negocio familiar puede ser tu apuesta de presente y de futuro a nivel laboral.