Existen muchas dimensiones diferentes en una empresa: la atención al cliente, la plantilla de trabajadores, los productos que se ofertan, el marketing, la limpieza del local… Sin embargo, a todos estos elementos, conviene sumar otro que es tanto o más importante: el emocional. Las emociones no se ven, son invisibles, sin embargo, se sienten con mucha fuerza hasta el punto de que pueden llegar a potenciar el rendimiento laboral de un trabajador o, por el contrario, pueden limitarlo.
Las emociones interfieren de una forma clara y directa en las relaciones inerpersonales entre los compañeros de trabajo y también, en la relación que estableces con tu jefe. Por ello, existen emociones que crean muros: así sucede en el caso de la falta de comunicación, la rivalidad, la falta de comprensión mutua, la indiferencia, la tensión, los malos modos…
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