La empresa familiar constituye un importante motor económico. Son entidades con historia: su propósito transciende en el tiempo gracias a la implicación de una segunda generación. En ocasiones, el éxito se consolida con el siguiente relevo generacional. Sin embargo, ese paso supone un auténtico desafío para las entidades. A veces, supone un punto de inflexión definitivo que potencia la innovación y el éxito. Sin embargo, es habitual que el proyecto no resista los cambios adoptados. De este modo, puedes conocer el ejemplo de negocios con años de historia que, sin embargo, finalizan de forma aparentemente repentina.
La empresa familiar avanza con cada nueva generación
La influencia de la tercera generación en la empresa familiar es importante. Por ello, es esencial planificar ese escenario para asentar las bases del cambio. Existe un ingrediente que se integra de forma necesaria en el plan de acción: la formación. Es decir, es indispensable que los profesionales posean las competencias y capacidades deseadas para ocuparse del reto que tienen por delante. La historia de una empresa familiar está muy vinculada con la estructura de un árbol genealógico integrado por generaciones distintas. En una segunda generación, los hijos de los fundadores continúan con el camino previo. Pues bien, el vínculo de primos adquiere una gran relevancia cuando llega la tercera generación.
Es positivo que todos compartan una misma visión, misión, propósito y valores. Por ello, conviene clarificar las directrices del proyecto y la cultura corporativa. De lo contrario, cuando las diferencias de criterio son constantes, se producen desacuerdos que afectan a la empresa en sí misma.
Tradición e innovación en la empresa familiar
Es importante observar el pasado para recibir lecciones y aprendizaje. Pero el camino se consolida hacia el futuro por medio de la innovación y el cambio. El contexto en el que se sitúa la entidad se transforma a lo largo de los años.