El talento es una realidad no individual sino colectiva en tanto que cada persona tiene un don, es decir, algo que le hace especialmente valiosa. Sin embargo, la crisis económica muestra una mala gestión del talento en tanto que son muy pocas las personas que de verdad eligen dónde quieren estar. Es decir, muchos trabajadores se tienen que conformar con hacer una función que no les gusta. La mala gestión del talento también está determinada por la falta de motivación que puede surgir ante los bajos sueldos o las exigencias desmedidas.
Por tanto, muchas personas se han puesto la etiqueta negativa de considerarse poco valiosas cuando en realidad, no es que no tengan talento sino que en realidad, todavía no han encontrado su lugar. Están desubicadas. Por otra parte, el pensamiento negativo que surge de la crisis es tan potente, que la impaciencia también se eleva a la máxima potencia. El arte de saber esperar se complica cada vez más ante la urgencia de hacer frente a los gastos de la hipoteca. Es decir, muchas veces, en vez de valorar una oferta de trabajo recibida, lo que se hace es tomarla porque puede que no vuelva a surgir una oportunidad en mucho tiempo.
Pero además, esta impaciencia y esta presión que cualquier trabajador siente en su trabajo también se convierte en enemiga del talento, de la creatividad necesaria para poder trabajar con libertad interior y con la sensación de estar danto lo mejor de uno mismo. Más allá de todo lo negativo que nos ha traído esta crisis, conviene pensar en positivo. A nivel individual, las barreras y los obstáculos pueden convertirse en una oportunidad para descubrirte de nuevo a ti mismo y para reinventarte a nivel laboral. Muchas persronas reciclan su currículum a través de nueva formación.