Los emprendedores son personas valientes de verdad que luchan por alcanzar sus objetivos. Pero está claro que todo valiente hace frente a un enemigo: el miedo. Pues bien, el temor puede ser racional o irracional. O lo que es lo mismo, real y basado en un hecho en concreto o imaginario. En este sentido, el temor al futuro también va acompañado de altas dosis de imaginación. Por tanto, es importante poner conciencia a cada caso, descubrir de qué tipo de temor se trata para poder evolucionar en positivo. Y controlarlo.
Analiza los puntos positivos del temor: te ayuda a ser más prudente, te aporta información sobre un posible peligro, por tanto, te permite valorar los riesgos de una decisión. De este modo, cualquier emprendedor se para a pensar las ventajas e inconvenientes a la hora de abrir un negocio.
El temor que es irracional llega a paralizar al trabajador, de este modo, se convierte en un muro que bloquea toda la energía creativa de la persona más allá de su capacidad real y de su talento. Por el contrario, cuando el miedo es racional, se convierte en un estímulo, un reto firme para superar y crecer.
Por tanto, el miedo no se afronta a base de posponer una decisión durante mucho tiempo o a través de la huída. Es importante, plantarle cara a la dificultad para aprender a vivir el presente de verdad. La mejor forma de afrontar un obstáculo como emprendedor es a través de la información. Es decir, el conocimiento es un horizonte de libertad en el plano de la acción que te permite valorar las consecuencias de cada acto.
La valentía del emprendedor se muestra también a través de una autoestima firme que es el mejor soporte a la hora de poder hacer frente a un posible fracaso.