El compromiso está presente en los vínculos personales de amistad, pero también es un ingrediente que acompaña a algunas relaciones profesionales. Así surge el compromiso organizacional que determina el nivel de implicación que un profesional tiene con el proyecto del que forma parte. El grado de compromiso estará condicionado, entre otros factores, por la propia identificación con los valores de empresa. Este trabajador se convierte en el perfecto embajador de la empresa en la que trabaja. Es decir, da visibilidad a la marca corporativa a través de su propio testimonio personal.
El valor de una historia compartida en común
Uno de los motivos por los que un trabajador decide permanecer en una empresa, incluso teniendo la posibilidad de emprender un cambio profesional, es la motivación que se fundamenta en este compromiso. Pero eso no significa que este nivel de compromiso se construya de manera definitiva y para siempre, sino que puede ocurrir que, en algún momento, llegue a su fin. La propia empresa debe alimentar este vínculo por iniciativa propia.
El compromiso organizacional es la evolución del tiempo vivido en una entidad. Durante ese periodo, el profesional ha conocido a otros compañeros, ha aprendido nuevos conocimientos, ha participado en nuevos retos de equipo y se ha sentido parte de esta misión. Por el contrario, no existe un compromiso cuando el trabajo impersonal hace que el profesional se distancie de su propia rutina laboral.
Beneficios del compromiso organizacional
El compromiso organizacional influye de forma positiva en la productividad y, por tanto, en los resultados. Pero, además, también eleva el nivel de felicidad del empleado. Además, este compromiso también aporta una mayor estabilidad a aquellos equipos de trabajo que no se están adaptando constantemente al cambio de las posibles marchas y las nuevas incorporaciones.
Existe compromiso organizacional cuando un empleado no es tratado, únicamente, como un número.