El marketing es esencial para dar difusión a un proyecto y para lograr objetivos valiosos. Sin embargo, existen distintas formas de afrontar una estrategia efectiva. En ocasiones, el plan de marketing está acompañado por el valor de la esperanza. El emprendedor lleva a cabo una acción con la expectativa de que, definitivamente, ese hecho marque un punto de inflexión en su carrera. Y esta dulce espera se mantiene a lo largo de la carrera profesional, como una expectativa constante.
Marketing centrado en expectativas demasiado elevadas
El marketing de la esperanza, como indica su propio nombre, está vinculado al valor de la espera. Una espera que anhela un nivel de éxito que muy probablemente no se manifieste del modo esperado. Generalmente, el marketing de la esperanza es poco realista porque el profesional pone el foco de atención en deseos y sueños elevados.
Para avanzar en este camino conviene dar forma a dichas expectativas para transformarlas en objetivos realistas. El marketing de la esperanza también está acompañado por la frustración que produce esta ruptura de expectativas.
Convierte los deseos en objetivos realistas
Esperar lo mejor es positivo: visualizar un escenario favorable alimenta la motivación interna. El profesional que se inspira en el marketing de expectativas aspira a que una excepción a la norma se haga realidad. Por ejemplo, es cierto que hay emprendedores que alcanzan una gran proyección a partir de un éxito inesperado, pero esto no suele ser lo habitual.
El deseo de éxito está acompañado por el anhelo de una estabilidad económica, un prestigio social y unos objetivos cumplidos. Es recomendable tener esperanza, pero no conviene quedar a la espera de que los sueños se hagan realidad por arte de magia. Eres tú quien debes implicarte como protagonista para avanzar en la dirección deseada.