El lugar elegido para montar un negocio no tiene por qué ser definitivo. En ocasiones, surge la necesidad de trasladar el proyecto a una nueva dirección. ¿Qué oportunidades se derivan de este proceso en dicho contexto comercial?
1. Un punto de inflexión definitivo para empezar otra etapa
Se trata de una novedad que permite cerrar una etapa previa. Y, por otra parte, marca un punto de inflexión que se alinea con el comienzo de otro ciclo. El propio cambio, por sí mismo, comunica dicha información a los clientes.
2. Conectar con nuevos compradores
Generalmente, la decisión del cambio de dirección suele relacionarse con esta cuestión. La nueva dirección tiene las condiciones deseadas para elevar el nivel de visibilidad de la propuesta comercial. Por ello, es posible mantener el vínculo con los compradores habituales y llegar a otros clientes que descubren las instalaciones del negocio en el barrio en el que se ubica.
3. Un local más atractivo
El traslado debe estar acompañado por la adecuada planificación. Por ejemplo, es aconsejable analizar las debilidades y fortalezas del local actual para emprender la búsqueda de otro inmueble que aporte un valor añadido. Por ejemplo, quizá cuente con un escaparate más grande, una zona de almacén más amplia o visibilidad desde dos calles diferentes.
4. Actualizar la imagen del negocio en Internet
El cambio de etapa no solo se materializa en el contexto físico. Recuerda que muchos clientes descubren por primera vez el proyecto a través de una fuente de información online. Por ello, es esencial actualizar la nueva dirección en los distintos medios en los que el negocio está presente.
Cambiar la ubicación del negocio puede ser el impulso definitivo para incrementar las ventas y obtener un mayor beneficio. Del mismo modo, es la ocasión ideal para cuidar la estética de las instalaciones con el fin de transmitir los valores corporativos.