La adicción al trabajo es más habitual de lo que parece simple vista en la sociedad actual. Por una parte, a veces, son las propias circunstancias las que conducen a esta dependencia emocional del trabajo ya que un ritmo de vida elevado, hacer frente a los pagos de la hipoteca y demás, implica cierta obsesión con lo económico. Hasta el punto de que algunas personas tienen más de un trabajo.
Sin embargo, la adicción al trabajo también puede mostrar otro tipo de carencias. Por ejemplo, la soledad de no tener amigos o conocer gente con la que poder hacer planes en común. La realidad es que en la sociedad del individualismo, muchas personas no ponen en práctica sus habilidades sociales para conocer gente nueva, sencillamente, porque el rechazo asusta. Es decir, el rechazo no sólo es propio del plano del amor sino también, de la vulnerabilidad que brota de la amistad.
La adicción al trabajo no lleva a trabajar mejor, todo lo contrario. El descanso es esencial para el organismo, para tomar una perspectiva diferente y para tomar nuevas ideas. Por ello, también se recomienda desconectar para poder afrontar desde un punto de vista positivo, un conflicto que no sabes cómo resolver. La ansiedad agota, por ello, hay que detener el pensamiento.
Por otra parte, la adicción al trabajo deja de lado la vertiente humanista del entorno laboral y es que, es gratificante que te permitas el placer de mejorar la relación con tus compañeros de trabajo. Es decir, que pierdas de lado la obsesión por el rendimiento y la productividad.
¿Cuáles son los remedios de la adicción al trabajo? Aprende a desconectar, separar espacios entre lo laboral y lo personal, practicar la meditación y la relajación, hacer deporte, buscar ilusiones del plano personal. En definitiva, aprender a vivir al cien por cien en todos los ámbitos.