Crear una empresa no es nada sencillo, es decir, se trata de una apuesta arriesgada en la que el emprendedor se sacrifica de verdad por sacar ese proyecto. Las empresas tienen una duración que marca la vida de la misma ya sea en una o más generaciones. Muchos padres ponen expectativas en sus hijos creyendo que ellos seguirán con el negocio familiar. Algo que tiene sus ventajas y también, sus inconvenientes.
Tener trabajo
No sólo en la crisis sino que en cualquier momento histórico, es positivo tener un lugar de trabajo seguro. El negocio familiar es una oportunidad para que las nuevas generaciones aprendan el lado práctico de la experiencia pero con la fortuna de que la anterior generación ya realizó el camino más difícil. No es lo mismo montar un negocio desde cero que tener este camino ahorrado.
Pero además, cuando un niño se educa en un entorno determinado puede que aprenda a amar un negocio al ver ese entusiasmo en sus padres. En ese caso, heredar la misma pasión y compartirla, aporta una ganancia por ambas partes. Los padres sienten que su negocio estará en muy buenas manos.
Factor negativo
Para muchos jóvenes que han crecido viendo cómo sus padres trabajaron en un negocio familiar puede ser muy incómodo tener que decir que no quieren seguir trabajando en lo mismo por miedo a romper las expectativas de sus padres. Sin embargo, en este tipo de situaciones se plantea un claro debate.
El de vivir la propia vida o el de vivir la vida de otro. En este sentido, los jóvenes tienen que luchar por su vocación igual que en su momento lo hicieron los padres sin que el negocio familiar se convierta en una forma de generar presión.
En algunos casos, seguir trabajando en el negocio familiar muestra el determinismo de la falta de libertad a la hora de decidir por circunstancias externas, como por ejemplo, las pocas opciones de empleo en el mercado laboral. En ese caso, existen personas que se agarran a lo conocido como terreno de seguridad.