Emprender en familia no es la fórmula del éxito universal. Tampoco es una alternativa que encaja con las expectativas profesionales de todos los futuros emprendedores. Sin embargo, sí es una experiencia que inspira a quienes desean compartir un proyecto con otros seres queridos. Si tú te encuentras en ese grupo, te proponemos seis razones para dar el paso.
1. Confianza
La confianza es un valor necesario en todo tipo de negocios. De hecho, los emprendedores se implican para transmitir esta cercanía ante proveedores, equipo y clientes. Sin embargo, la confianza es un motor que hace posible el propio proceso de emprendimiento incluso antes de su creación. Está muy presente en la organización y los preparativos. Pues bien, es positivo vivir el proceso en familia por la confianza que proporciona el sentido de pertenencia.
2. Evolucionar como familia en el ámbito profesional
En el ámbito empresarial siempre se recuerda que es importante no mezclar los asuntos personales con el trabajo. Sin embargo, emprender en familia supone trascender al mundo corporativo y evolucionar juntos por medio de los logros alcanzados en un proyecto que proporciona un constante aprendizaje.
3. Valores complementarios
Cada miembro del grupo no es idéntico a los demás. Sin embargo, sí comparte una historia de vida que le ha permitido estar en contacto con los valores familiares recibidos en el hogar y en la familia extensa. Es muy probable que esos principios también estén presentes en el emprendimiento que el equipo lleva a cabo. Y eso no quiere decir que los implicados coincidan en todos los aspectos, pero sí tienen un marco de referencia común. Una historia que les une y que se amplía con el relato del emprendimiento desarrollado.
4. Resiliencia
El primer año de un negocio es especialmente complejo por el elevado nivel de incertidumbre que irrumpe en el ánimo del profesional cuando los resultados esperados parecen imposibles de lograr en la práctica. Es esencial que cada profesional busque diferentes medios de resiliencia para hacer frente a los obstáculos, los desafíos y los retos. En ese caso, la familia proporciona este soporte por medio de su compañía, apoyo y colaboración.
No hay que emprender en familia únicamente por el miedo que puede producir dar el paso en soledad. Sin embargo, cuando el grupo toma conciencia de que quiere compartir una meta común, ese compromiso mutuo es un antídoto de protección y resiliencia frente al fracaso, el cansancio o el desgaste.
5. Transmitir un ejemplo positivo a las futuras generaciones de la familia
Cada familia encuentra sus propias motivaciones para compartir un proyecto en común. Y los motivos por los que dan el paso, en ocasiones, también tienen que ver con el futuro.
Es decir, surge el deseo de crear una iniciativa que puede crecer con la implicación de próximas generaciones o puede transmitir un legado positivo a quienes observen directamente la implicación de quienes pusieron en marcha el proyecto.
6. Apostar por un proyecto que puede traer prosperidad a todos los implicados
Alcanzar la estabilidad económica en la actualidad y a largo plazo no siempre es fácil. Y el desarrollo profesional es clave para elaborar un proyecto de vida personal o familiar.
Quien emprende un negocio familiar sabe que esa experiencia puede proporcionarle oportunidades muy interesantes. Pero también es consciente de que la iniciativa abre puertas más allá de su perspectiva individual. También produce efectos positivos para otros familiares que se adentran en esa aventura. Existen numerosas perspectivas diferentes en torno a la idea de emprender en familia: cada historia también es particular. Sin embargo, aquellos proyectos que evolucionan con el tiempo, son el reflejo de una misión compartida que influye positivamente en la sociedad.