Existen distintas razones por las que una persona puede dar el salto de emprender. Una decisión valiente a través de la que el emprendedor suma su propio valor social. En este artículo, enumero las siete motivaciones más frecuentes que llevan a una persona a tomar esta elección laboral.
Continuar con un negocio familiar
Muchas personas toman en algún momento la decisión de continuar con un legado empresarial heredado de la familia. En este caso, la decisión de emprender también conecta con la tradición del trabajo llevado a cabo por los antepasados.
Ser especialista en un tema
Una persona que se considera especialista en un sector en concreto puede convertir su conocimiento en su principal valor para emprender y ofrecer un servicio. Por ejemplo, son muchos los psicólogos que montan su propia consulta para ofrecer atención de asesoramiento emocional.
Buscar un plan B
Para muchas personas, montar un negocio es un plan B, una forma de reinventarse a sí mismas, abrir nuevos caminos y desarrollarse en un entorno laboral que puede plantear dificultades para encontrar trabajo por cuenta ajena, especialmente a personas mayores de 50 años.
Ser tu propio jefe
Esta también puede ser una de las motivaciones que te lleve a emprender. Aunque esta elección supone una gran exigencia, también aporta unos beneficios que son muy valiosos para quien busca su propia independencia.
Generar riqueza
Muchos emprendedores visualizan una posible idea de negocio como fuente de inversión rentable a largo plazo para generar un beneficio.
Deseo de evolucionar profesionalmente
Un anhelo de cambio, un deseo de abrir nuevas puertas y generar oportunidades a partir de la apuesta por una idea propia.
Construir un mundo mejor
Esta es la motivación más importante que tiene el emprendedor social consciente de su poder para construir un entorno mejor a través de una red de servicios que cubre una necesidad elemental.