El verano es una época del año en la que los restaurantes y hoteles aumentan el número de comensales en sus comedores. Existen distintas perspectivas desde las que conocer una ciudad. El turismo gastronómico pone en valor los productos gastronómicos de la economía local, los platos típicos y las recetas propias de un lugar. Este turismo también es cultural ya que a través de las costumbres gastronómicas es posible conocer mejor las tradiciones de un pueblo.
Qué es el turismo gastronómico
El turismo gastronómico está dirigido a turistas que disfrutan del placer de la buena mesa como uno de los tesoros existenciales por excelencia. Es decir, un placer que no solo está asociado a los sabores, sino también, a las conversaciones.
El turismo gastronómico, además, ofrece una experiencia agradable al comensal no solo por las recetas del menú o la carta, sino también, por la ambientación del local y los sabores de una cata de vino, por ejemplo. En este sector, los restaurantes también pueden ofrecer degustaciones de platos típicos. A través de este tipo de turismo el turista no siempre descubre platos nuevos. A veces, descubre recetas conocidas pero preparadas de un modo diferente.
La huella emocional de los sabores
¿Cuáles son las experiencias culinarias más recordadas por los turistas gastronómicos? Aquellas experiencias de felicidad en torno a la buena mesa que perduran en la memoria después del viaje. El principal marketing gastronómico de los restaurantes se nutre de las propias valoraciones de los clientes que han visitado ese local.
Una guía gastronómica es aquella que contiene la lista de nombres de restaurantes y locales de referencia obligada para quienes quieren realizar su viaje poniendo el punto de atención en los sabores. Una forma de viajar que además es totalmente compatible con otros placeres, por ejemplo, el turismo cultural. El verano es una época especialmente importante para este sector profesional.