Cuando el máximo dirigente no está a la altura


En muchas empresas el máximo dirigente no está a la altura. En los tiempos que corren si no se han reciclado puede que no puedan alcanzar vistas a proyectos globales. Además, se exige mayor responsabilidad a los primeros ejecutivos. Algunas compañías deben replantearse las prácticas de contratación y despido de los consejeros delegados, así como su rol en las organizaciones. Muchos no aportan productividad, solamente tienen un despacho y realizan llamadas telefónicas a sus socios. No se dejan la piel a pesar de tener que tomar las decisiones más importantes. Hay que cambiar a los CEO ineptos por jóvenes cualificados.

Es importante recordar que la alta remuneración del máximo dirigente incluye el riesgo de seguir o no en función de los resultados. Tan difícil de entender es por qué tantos CEO excelentes no tienen el apoyo de todos dentro de la empresa para poder salir a flote, como que tantos consejeros delegados inadecuados permanezcan en sus cargos porque nadie toma una decisión firme de dejarlos sin trabajo. Con la crisis, los directores han tenido que aumentar sus esfuerzos para evitar quiebras. Cuando el mercado propicia que entre mucho más dinero del que sale, siempre salen las cuentas. Pero en momentos de crisis, cuando el mercado no regala nada y hay aprovechar al máximo todos los recursos disponibles, entonces todo cuesta mucho más. Las jornadas se hacen más largas y el personal se esconde.

¿Por qué los CEO rara vez son despedidos? Quizás porque nadie es capaz de llevarles la contraria o de poner en duda sus argumentaciones. Pero lo cierto es que la excelencia de un consejero delegado es difícil de definir, porque hay tantos ejemplos como compañías. No es lo mismo un CEO de una entidad bancaria que la de una empresa de energías renovables.

Muchos directivos han ido forjando personalidades que no aceptan que las cosas sean diferentes a como ellos quieren y se estacan en el pasado. Se rodean de gente que les diga a todo que sí, y creen que pueden con todo. Pero al final esta estrategia lleva al fracaso. Si el máximo dirigente de tu empresa no está a la altura, mejor plantea la situación o búscate un nuevo empleo porque a largo plazo será insostenible.

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