La visión de la formación como un proyecto vital acabado en un plazo determinado de tiempo es opuesta a la esencia del aprendizaje constante que no solo puede ser una respuesta ante las necesidades de una sociedad en continuo cambio, sino también de la propia motivación interna de aquel que tiene curiosidad por saber más. ¿Cuáles son los beneficios de esta formación?
Ejemplo para los demás
Un empresario ocupa un papel importante en el organigrama que da forma a una organización. Su posición es relevante por su influencia en el proyecto. El propio ejemplo es el mejor modo de transmitir a los empleados ese deseo de seguir aprendiendo.
Pensamiento creativo
Quien queda estancado en una zona de confort que remite a un conocimiento en el que se siente cómodo, también somete a este estancamiento a un ingrediente tan importante como la creatividad que alcanza su máxima expresión por medio del alimento de nuevas ideas, enseñanzas e influencias. Por ejemplo, por medio de esta creatividad, la persona puede explorar distintas alternativas ante una dificultad.
Liderazgo
La formación no solo puede enfocarse en el objetivo de alimentar competencias técnicas, sino también emocionales. Las cuestiones de inteligencia emocional son especialmente relevantes en la preparación de aquel empresario que asume su compromiso con su mejor versión: habilidades sociales, técnicas de negociación y gestión del estrés son algunos ejemplos de temas de interés.
Inversión
La inversión en distintos recursos es una constante en el ámbito empresarial. Pero el conocimiento en sí mismo es una excelente inversión puesto que el protagonista puede trasladar lo aprendido a la realidad diaria del proyecto. Por ejemplo, esta preparación es clave para transformar esta inspiración en una dosis de innovación que abre nuevas puertas al negocio.
Frente a las fortalezas de la formación continua, con frecuencia, el límite principal se encuentra en la propia dificultad para integrar este objetivo en la agenda.