La expectativa de emprender en solitario, en ocasiones, se percibe como una responsabilidad excesiva. Un desafío exigente que puede desbordar la iniciativa individual de quien prefiere compartir el proceso en compañía. Sin embargo, existen pequeños negocios que se adaptan especialmente a esta forma de gestión. ¿Qué ventajas proporciona dicho emprendimiento a quien quiere impulsar una idea sin contar con la colaboración de otra persona?
1. Reducir el nivel de riesgo
La búsqueda de un nivel de seguridad absoluta hace que el propósito de emprender se posponga en el tiempo. No existe una certeza plena en torno al éxito potencial de una propuesta. Sin embargo, el grado de dificultad y de riesgo se simplifica cuando se contextualiza en el marco de un pequeño negocio. La persona puede darse el tiempo necesario para preparar el proyecto y encontrar el momento oportuno para concretar la apertura.
2. Sin personal a cargo
Existen varias medidas que puedes contemplar para reducir la inversión en la etapa inicial del negocio y en sus primeros meses de vida. Con frecuencia, el propio emprendedor se ocupa de atender un negocio sin contar con un equipo más amplio. Es decir, la infraestructura del proyecto puede desarrollarse sin contratar a más empleados. Además, la externalización aporta una alternativa flexible para acceder a algunos servicios que son valiosos para el negocio.
Es probable que necesite contratar a alguien más si el proyecto evoluciona, se consolida y los resultados son positivos. Hasta ese momento, dispone de sus propios medios para atender el volumen de trabajo.
3. Adquirir experiencia en el ámbito empresarial
Cualquier proyecto de emprendimiento se caracteriza por su perspectiva práctica. Es decir, proporciona una experiencia que enriquece la visión emprendedora. El profesional desarrolla habilidades y descubre recursos que son valiosos en el ámbito comercial. ¿Cómo adquirir un conocimiento gradual, incluso cuando no tienes una amplia trayectoria previa?
Un pequeño negocio es muy exigente. Pero puede alinearse con las necesidades de aquellos emprendedores que poseen formación, pero no han tenido la oportunidad de construir una gran experiencia. Gestionar un pequeño negocio en solitario no supone llegar a ser experto en todos los ámbitos del proyecto. Sin embargo, el responsable sí obtiene un conocimiento más amplio sobre las finanzas, la contabilidad, la organización del catálogo, el marketing o la comunicación con los clientes. La cercanía con el público, que caracteriza a un pequeño proyecto, se manifiesta en el alto nivel de implicación que el profesional asume al respecto.
4. Alinear el proyecto con el estilo de vida personal
Los horarios de un pequeño proyecto pueden ser muy exigentes, puesto que es importante ofrecer un buen servicio que resulte accesible para el consumidor.
Sin embargo, cuando el plan se gestiona en soledad, y la idea se alinea con el estilo de vida personal, aumenta la armonía entre la vida profesional y el proyecto vital a largo plazo. Cuando los detalles del negocio se coordinan en colaboración con un socio, hay que dedicar mucho tiempo a llegar a acuerdos (que deben mantenerse por ambas partes).
5. Ser parte de su crecimiento
Un pequeño negocio puede experimentar una evolución significativa hasta convertirse en un punto de referencia en su sector. En ese caso, el emprendedor es parte de su crecimiento, puesto que ha hecho posible el proceso por medio de su iniciativa. Generalmente, la evolución es gradual. En consecuencia, el responsable adquiere nuevas habilidades para afrontar los cambios que experimenta la idea inicial a lo largo del tiempo.
Si quieres emprender un negocio, y deseas desarrollar el proyecto sin la colaboración con un socio, elige un pequeño negocio que se alinee con tus intereses y pueda ser rentable a largo plazo.