Existen diferentes proyectos profesionales que se desarrollan en el ámbito laboral. Es habitual la expectativa de emprender un negocio después de haber ocupado varios puestos de empleo en empresas. En ese caso, el empleado se marca metas que se alinean con el reto de emprender. Sin embargo, también existen historias que muestran un camino distinto. ¿Qué ventajas aporta pasar de emprendedor a empleado? Incluso cuando se trata de una situación que no refleja las expectativas iniciales, conviene poner el acento en los aspectos positivos del cambio.
1. Reducir los niveles de incertidumbre
La incertidumbre ante el futuro es un ingrediente que cualquier persona puede experimentar en su rutina profesional actual. Sin embargo, el grado en el que se materializa dicha sensación aumenta significativamente en la gestión de un proyecto propio.
El control del presupuesto, los gastos fijos y variables y los periodos que presentan una reducción en las ventas son aspectos que se repiten cada mes en la vida de muchos emprendedores.
2. Un mayor nivel de desconexión durante el tiempo libre
Aunque es positivo y recomendable desconectar de las ocupaciones profesionales durante el fin de semana o en vacaciones, es un objetivo que pocos autónomos pueden cumplir de manera literal en verano, Navidad o en la propia rutina diaria. La responsabilidad que supone atender un negocio implica una actitud proactiva para anticipar y atender las cuestiones pendientes. Las dificultades para desconectar de la vida profesional producen un impacto en el campo personal.
Por ejemplo, es una realidad que interfiere en el descanso desde una perspectiva integral. Es decir, puede ocurrir que un emprendedor esté disfrutando de una escapada en otro lugar, sin embargo, su atención sigue conectada a los asuntos de oficina (en mayor o menor medida). Cuando la dedicación no produce frutos positivos a largo plazo, la frustración aumenta.
3. Ganar tiempo para dedicar a otros proyectos personales o educativos
La gestión de un negocio supone un alto nivel de dedicación. La implicación es tan alta que existen otros intereses personales que quedan en un segundo plano. Por ello, algunos emprendedores, que vuelven a convertirse en empleados, adquieren una nueva visión de su tiempo libre. Encuentran una mayor flexibilidad para planificar espacios destinados al desarrollo de otros intereses personales. Por ejemplo, quizá puedan invertir más minutos en su formación. Es habitual que quien pasa de emprendedor a empleado tenga más tiempo para sí mismo, su familia y sus amigos.
4. Volver a ser empleado, pero con una perspectiva diferente
Pasar de ser emprendedor a empleado no significa volver al mismo punto. No implica retroceder hacia el pasado. De hecho, el profesional se incorpora a su cargo con una perspectiva completa de todo lo que implica la gestión de un negocio.
Sabe que el rol de jefe requiere de un alto grado de implicación, responsabilidad, previsión, planificación, compromiso y dedicación. Cuando la estrategia produce resultados visibles, las expectativas suelen cumplirse. ¿Pero qué sucede cuando no hay un equilibrio entre la dedicación y los frutos alcanzados? La frustración se multiplica. Del mismo modo, el profesional puede transformar su experiencia en una fuente de inspiración para proponer ideas en las reuniones con los compañeros.
5. Posibilidad de optar a puestos de mayor responsabilidad en empresas y negocios
La experiencia de emprendimiento, incluso cuando no se ha desarrollado durante un periodo prolongado en el tiempo, enriquece el currículum profesional. Cuando el proceso aporta competencias, habilidades y destrezas, incrementa la preparación del perfil para acceder a cargos de alta responsabilidad en negocios y empresas.
Por tanto, pasar de emprendedor a empleado aporta ventajas desde la perspectiva de aquel que siente que deja atrás una etapa que debe llegar a su fin por algún motivo concreto.