La idea de negocio representa un importante punto de partida para potenciar un proyecto de éxito. En ocasiones, emprendedores y autónomos ponen una atención especial en seleccionar una fórmula muy original. ¿Qué errores pueden cometer durante el proceso? La originalidad parece convertirse en un valor para alcanzar el éxito en un contexto tan creativo y competitivo como el presente.
1. Olvidar que todo está prácticamente inventado
Actualmente, la oferta de productos y servicios es muy variada. La originalidad no debe confundirse con encontrar una alternativa que sea totalmente rompedora. Hoy en día, prácticamente todo está inventado. Pero es posible dotar a una propuesta concreta de algún matiz particular y diferencial.
2. Analizar el potencial de la idea desde el punto de vista personal
El emprendedor puede profundizar con mucho detenimiento en torno a su idea de negocio hasta el punto de estar realmente ilusionado con esa perspectiva. Sin embargo, el éxito de una propuesta se mide más allá del punto de vista personal. Es esencial estudiar el potencial de una idea desde otro ángulo: el público objetivo, el sector en el que se integra, la competencia… En definitiva, es importante estudiar la viabilidad de la propuesta.
3. Expectativas demasiado elevadas en torno al desarrollo de la idea
Es habitual depositar expectativas en una idea de negocio. Sin embargo, estas deben ser realistas. De lo contrario, el proyecto no se asienta sobre los cimientos de un suelo firme, sino desde una promesa de prosperidad que no se alinea con datos objetivos. Cuando un emprendedor se compromete con una iniciativa de emprendimiento, asume un riesgo y convive con la incertidumbre. El optimismo es un importante motor en este contexto. Pero más allá del punto de vista subjetivo, es esencial alinear la expectativa de lo esperado con datos contrastados.
4. Parálisis por análisis
El emprendimiento muestra una excelente combinación de teoría y práctica. Sin embargo, el salto a la acción, en ocasiones, queda interrumpido como consecuencia de lo que conoce como parálisis por análisis. La persona puede permanecer inmersa en la reflexión constante, en el análisis de las ventajas de determinadas decisiones, en el deseo de hacer lo correcto. Pues bien, mientras el profesional sigue en ese bucle, no consigue avanzar.
Actualmente, cualquier persona tiene la oportunidad de acceder a numerosas fuentes de información y encontrar diferentes propuestas de inspiración. Sin embargo, el proceso de documentación y búsqueda de ideas no puede ser infinito. De lo contrario, no culmina en un punto determinado a partir del que es posible avanzar.
5. Desconocimiento
Hay muchas ideas de negocio que pueden convertirse en una fuente de desarrollo profesional. Sin embargo, al buscar una propuesta original, es posible cometer el error de poner el foco en una iniciativa concreta de la que no se tiene un buen nivel de conocimiento. Es decir, es recomendable que el emprendedor pueda invertir su experiencia, su formación y sus habilidades en ese objetivo específico.
6. Preguntas que se centran únicamente en la idea y dejan en un segundo plano al cliente
La pregunta es una herramienta esencial para investigar y profundizar en la realidad. A veces, los interrogantes se centran únicamente en la idea, es decir, giran alrededor de ese núcleo. Sin embargo, la idea está en conexión con otros factores clave como el propio cliente. Cuando se produce esta contradicción, es posible caer en el error de desconocer al propio cliente en relación con aspectos clave como sus necesidades, sus expectativas, su estilo de vida…
Sin duda, buscar una idea de negocio original es un reto apasionante. Sin embargo, la originalidad no solo puede estar en la idea en sí misma, sino también en la forma de llevarla a cabo.