La motivación implica tener motivos para la acción. Por tanto, los profesionales que deciden emprender una idea de negocio encuentran en esta elección su propia razón de ser. ¿Cuáles son las motivaciones más frecuentes de quienes se adentran en el mundo de los negocios?
Reinventarse a nivel profesional
Esta es una de las motivaciones más notables de quienes, después de los 45 años, se han quedado sin trabajo y se encuentran ante el reto de encontrar otro puesto. En este caso, muchas personas consideran que la edad les perjudica frente a otros talentos más jóvenes. Muchos profesionales aprovechan la experiencia que aporta la edad para emprender.
Poder unir trabajo y vocación
Muchas personas que se han formado y preparado para trabajar en un sector específico no encuentran empleo por cuenta ajena que se ajuste a sus prioridades. En ese caso, emprender es una fórmula para unir la vocación personal con el trabajo diario a través de una idea de negocio.
Tener una estabilidad económica
Ganar dinero y tener una estabilidad económica es otra de las motivaciones que pueden sumar el impulso de emprender. Sin embargo, generalmente, el emprendedor no tiene únicamente esta motivación material sino que siempre hay algo más. En caso contrario, pronto puede surgir la desmotivación puesto que la mayoría de los negocios no ofrecen una estabilidad desde el primer momento.
Aportar un bien a la sociedad
No solo los emprendedores sociales apuestan por una idea de negocio que puede sumar un valor a la comunidad sino que cualquier emprendedor puede ofrecer un servicio que cubre una necesidad de un sector determinado.
Para evolucionar a nivel profesional
Muchas personas observan el paso de emprender como un salto con el que evolucionar a nivel laboral. En ocasiones, los emprendedores consideran que les sería muy difícil ascender en un trabajo por cuenta ajena y prefieren aventurarse a ser jefes de un proyecto.