Cómo conseguir los objetivos a través de la felicidad


Muchas personas creen que la felicidad está sobrevalorada y que es, como popularmente suele decirse, un cuento chino. Pero nada más lejos de la realidad porque la felicidad es mucho más importante de lo que realmente se piensa. Y es que una persona feliz puede afrontar mejor situaciones adversas, además de canalizar sus emociones y energía para conseguir sus objetivos, incluidos, los laborales.

Además, una persona feliz siempre es más agradable y se prefiere a otras personas que siempre parece que están enfadadas o son excesivamente serias. Pero para sacarle el máximo partido a la felicidad es preciso saber los diferentes tipos que existen y para qué pueden emplearse, así como la forma de potenciarlas.

Tipos de felicidad

En la actualidad se considera que existen tres tipos de felicidad. Una de ellas es la denominada emociones positivas que se basa en tener todas las emociones positivas posibles. Este tipo de felicidad se distingue por dar un placer inmediato, pero rápidamente la persona necesita más porque se habitúa a la vida placentera. Y, aunque es una felicidad que tan a penas contribuye a la sensación de plenitud, se puede potenciar para disfrutar de las habilidades que se tienen.


El otro tipo es el denominado actitudes positivas. Esta se relaciona con las cosas que apasionan a una persona o con las que está comprometida como puede ser el trabajo. La ventaja es que esta felicidad hace sentirse bien mientras se está realizando esa actividad por lo que es más duradera.

Una felicidad que puede potenciarse a través de las fortalezas de cada uno, pudiendo aprovecharse para construir una vida en la que se pueda utilizar todo lo que sea posible. De hecho, un trabajo que reporta satisfacción aumenta el nivel de felicidad. Por ello es importante aprovechar esas fortalezas para enfocar u orientar la vida profesional y, por supuesto, también la personal.

Finalmente, cabe hablar de un tercer tipo denominado la vida significativa, que implica formar parte de algo gratificante que tiene una dimensión mayor que uno mismo. Esta felicidad, por ejemplo, puede obtenerse a través de la religión o el altruismo. Su potenciación puede hacerse a través del trabajo y apoyando causas que sean importantes en el entorno o sociedad en la que se vive.

Esta felicidad es la más duradera y también puede potenciarse a través de las fortalezas de cada uno para implicarse en iniciativas que generen esa satisfacción y felicidad.

Son tres tipos que no tienen por qué ser excluyentes y que pueden complementarse para canalizar todas las habilidades y potencialidades para conseguir los objetivos marcados.

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