El trabajo en equipo solo alcanza el orden cuando existe un líder que coordina sus tareas correctamente. Sin embargo, el problema de base de un grupo puede tener su raíz en el líder que está al frente. ¿Cuáles son los cuatro fallos más habituales en este caso? En Empresariados te lo contamos.
Síndrome del quemado
Con frecuencia, se asocia esta desmotivación a los trabajadores que no ocupan un rol de mando. Sin embargo, los líderes también son vulnerables de estar cansados de su tarea. Esto produce una falta de implicación en el proyecto. Pero el conflicto no surge tanto por la desmotivación en sí misma, como por la propia incapacidad para reconocer el bloqueo emocional.
Centrarse en exceso en los objetivos
Claro que un líder debe centrarse en los resultados, tener el foco en el objetivo. Sin embargo, si se prioriza constantemente los resultados por encima de las personas, se corre el riesgo de descuidar a las personas que se sienten un simple número en la cadena.
El síndrome del perfeccionismo
Creer que nada es suficiente, que todo es mejorable. Son pensameintos de carácter absoluto que definen el rol de mando de líderes que confunden la exigencia con una perfección imposible y subjetiva. De este modo, los trabajadores arrastran el lastre de no estar nunca a la altura de lo que se espera de ellos.
No valorar el trabajo de los empleados
El programa El Jefe Infiltrado que emite La Sexta, un espacio en el que el jefe de una organización asume una
identidad falsa durante una semana para trabajar como un empleado más en la organización es un ejemplo de cómo, la percepción de un líder cambia por completo cuando conoce realmente qué supone hacer la tarea del equipo. Es decir, cuando él mismo hace esas tareas y se da cuenta del tiempo, la dificultad y el esfuerzo que hay detrás de ellas.