La realidad es que muchas personas asocian el perfeccionismo con una cualidad positiva. Es decir, consideran que detrás del afán de perfección existe afán de superación. Nada más lejos de la realidad, el perfeccionismo es síntoma de una baja autoestima. Y la verdad es que el éxito laboral está más vinculado con la alta autoestima y con el hecho de tener uno concepto adecuado de uno mismo.
El perfeccionismo frena el éxito de tu negocio, sencillamente, porque paraliza tu progreso. Tan malo es dejar las cosas a medias, empezar algo y no terminarlo, como dar mil vueltas a un asunto y tardar mucho tiempo en avanzar. Es decir, debes medir tus tiempos y encontrar el equilibrio a la hora de dar lo mejor de ti mismo, pero sin obsesionarte con la perfección desmedida.
En esencia, el perfeccionista vive a merced del miedo y es que, se paraliza ante el temor de no lograr los resultados deseados. Por ello, debes ponerte una fecha tope para cumplir con objetivos que te has propuesto. Por supuesto, dichos objetivos deben ser realistas y adaptados a tu situación actual.
Otro aspecto fundamental desde un punto de vista emocional es el de celebrar los triunfos. El perfeccionista vive obsesionado con el temor a fracasar, sin embargo, no valora de la forma adecuada sus triunfos. Aprender a disfrutarlos, aporta motivación puesto que es un premio que te das a ti mismo.
Por otro lado, es mucho más práctico y vital pedir ayuda cuando sea necesario, que no, quedar anclado en el perfeccionismo que sólo conduce a la insatisfacción crónica. Muchas veces, los proyectos son mucho más interesantes cuando se comparten con los demás, por tanto, comparte tus inquietudes con las personas de confianza. Y también, ten en cuenta diferentes puntos de vista.