El síndrome del jefe infernal es más mito que realidad, más propio de las películas. Un ejemplo claro de este tipo de jefe se refleja en la película El Diablo viste de Prada donde podemos acceder al perfil de una jefa manipuladora y caprichosa que trata a las personas a su antojo, sin respetar sus derechos o su horario laboral. Por suerte, en la vida real, y más allá de que pueda haber casos de jefes que amargan la vida a sus trabajadores, en la mayoría de los casos, se trata de profesionales competentes.
Tal vez, el rol de jefe está asociado con tantos estereotipos porque de una forma equivocada a nivel social se considera que es muy fácil mandar y muy difícil obedecer. Sin embargo, ser un buen jefe es una labor difícil que implica motivación, empatía, saber valorar a las personas, tomar decisiones importantes, asumir riesgos…
Sin embargo, en aquellos casos en que un trabajador se encuentra en la oficina con un jefe déspota, conviene pensar en posibles medidas para que sus malas formas no te afecten. Una opción muy saludable es la de buscar un nuevo trabajo, no se trata de darte por vencido sino de buscar un entorno más gratificante donde poder ser más feliz. Por otra parte, si la idea de cambiar de empleo no te convence, entonces, tienes que hacer un gran esfuerzo a nivel emocional para tomar distancia y no dejar que te afecten sus críticas o sus malos modos. Por ejemplo, cada vez que te diga algo que te hiera puedes decirte a ti mismo: “Esto no tiene nada que ver conmigo”.
De lo contrario, de no tomar distancia, puedes poner en riesgo tu propia autoestima. Por supuesto, por mucho que sea tu jefe, no olvides que eres una persona y mereces un respeto, por tanto, márcale tus propios límites.