Las emociones cada vez tienen más presencia, por suerte, en el mundo de la empresa. Sin embargo, todavía existe un gran desconocimiento del campo emocional y de los temas humanos, en una sociedad en la que a veces, prima la productividad por encima del propio bienestar del trabajador. En la empresa, no sólo importan los resultados, sino también, las personas.
Al menos, así debería ser. ¿Qué emociones potencian el rendimiento laboral? En primer lugar, la motivación. Tener unos objetivos que cumplir que se observan como positivos y alcanzables. Por el contrario, cuando un jefe pone objetivos imposibles a sus empleados, estos actúan como una losa pesada sobre la mente de cada trabajador. La motivación no sólo debe trabajarse a nivel individual sino también, de grupo gracias al espíritu de equipo.
Existe otra emoción excelente que potencia el rendimiento laboral: el compañerismo y la amistad. Cuanto más integrado te sientes en el lugar en el que trabajas, más contento acudes cada día a cumplir con tu función. Por el contrario, en caso de sentirte poco valorado o fuera de lugar, es normal, que el grado de satisfacción presente no te haga feliz. Sin duda, merece la pena buscar soluciones en ese tipo de casos para apostar por el cambio.
La ilusión también mejora el rendimiento en el trabajo. Ilusión por hacer cosas nuevas, por aportar nuevas ideas, por mejorar cada día como profesional. Por el contrario, cuando alguien se estanca y cree que ya lo sabe todo, se acomoda. Una forma de alimentar la ilusión es participar en cursos de formación. A veces, al más puro estilo socrático, puedes tener la sensación de que cuanto más sabes, más te queda por aprender.
El agradecimiento también mejora el grado de implicación de un trabajador con su empresa. Una gratitud que se basa en una retroalimentación mutua, es decir, tanto por parte del jefe como del empleado. Te sientes agradecido por sentirte afortunado de tener ese empleo en concreto cuando te sientes valorado y crees que dicho proyecto merece la pena.