Las críticas no sólo pueden ser externas a un negocio y proceder de la competencia sino que en realidad, lo más positivo es que cualquier emprendedor pueda desarrollar una alta capacidad de autocrítica. Es decir, tenga el poder de analizar el modo de trabajar, el trayecto trazado y los resultados obtenidos para poder buscar nuevas estrategias y apostar por el cambio. Los cambios forman parte de la empresa, sencillamente, porque cualquier negocio tiene que adaptarse de forma constante a las circunstancias del entorno. Especialmente, en tiempos de crisis económica, la competencia es enorme y las dificultades para cualquier empresa se multiplican.
¿Cómo puede desarrollar un emprendedor su capacidad de autocrítica? En primer lugar, aprendiendo y siendo observador. A través de la formación constante, se pueden obtener nuevas ideas. Por el contrario, si alguien se coloca en el rol soberbio, entonces, es imposible mejorar. La autocrítica implica humildad y también honestidad.
La autocrítica debe de realizarse con espíritu positivo, sin ningún sentimiento de culpa. Para ello, también es bueno realizar reuniones de trabajo con regularidad para que los trabajadores también puedan aportar sus propias ideas. Por otra parte, también conviene tener una noción positiva del fracaso en tanto que permite obtener un nuevo aprendizaje y una nueva motivación para poner en práctica la superación personal.
Las críticas en esencia, duelen. Sin embargo, también es verdad que sin ellas, sería imposible mejorar y cualquier persona se acomodaría en su situación sin dar un paso más allá. Lo bueno de un negocio es que evolucione y vaya de menos a más. Esta evolución progresiva ascendente sólo es posible a través de la autocrítica que permite ver los límites negativos de un proyecto determinado. Por otro lado, nadie puede ser tan crítico con un negocio como su propio emprendedor.