En el mundo de la empresa, la ética siempre debería prevalecer sobre la mentira. Sin embargo, los trabajadores no siempre dicen la verdad. En este sentido, Robert Feldman es autor de un libro interesante que lleva por título precisamente Cuando Mentimos que ha sido publicado por la editorial Urano. Este escritor analiza que la mentira en el trabajo también puede darse de una forma generalizada en el contexto global de esa empresa.
En ese caso, el trabajador no se siente obligado a mentir por una causa intrínseca sino por factores extrínsecos en tanto que el ambiente, en sí mismo, ya está corrompido. En definitiva, la mentira en este caso, según la teoría del barril podrido, es consecuencia del propio ambiente de trabajo que no es positivo, ni constructivo.
En base a esta teoría, el propio autor matiza que para eliminar las mentiras en el entorno laboral, es fundamental que cada persona asuma su propia responsabilidad. Es decir, asuma que debe ser sincera y honesta a la hora de defender sus puntos de vista, relacionarse con los compañeros de trabajo y aportar espíritu positivo a la empresa. Lo cierto es que la mentira no conduce a ninguna parte. Por ejemplo, algunas personas tienen la tendencia de mentir incluso en una entrevista de trabajo, al decir que tienen competencias que en realidad no poseen. En ese caso, la verdad sale a la luz en algún momento porque no se puede engañar eternamente sobre el currículum.
Pero además, la honestidad te hace sentir mejor contigo mismo y más capaz de afrontar los obstáculos que se presentan en tu camino. Aquellos que trabajan en una empresa en la que la sinceridad no fluye como pilar de fondo, se mueven en un entorno de desconfianza y de enemistad donde nadie se fía de nadie.