Uno de los mayores problemas en muchas empresas es la falta de motivación de sus empleados. Ante esta situación, algunos jefes ni se plantean qué pueden hacer ellos para hacer sentir a los trabajadores que merece la pena la labor que realizan. La motivación no pasa en la mayoría de las ocasiones por tener un gran sueldo (aunque es evidente que la gratificación económica también es eficaz) sino por saber dar los mensajes efectivos en los momentos adecuados.
Es decir, cualquier jefe debería esforzarse por decir de la forma más natural a un empleado: “Has hecho un buen trabajo”, “Tienes una gran capacidad”, “Me alegro que formes parte de la empresa”… Mejorar la comunicación en la empresa es una forma de mejorar también la motivación ya que la palabra es una forma excelente de premiar el talento.
Pero como las cosas no siempre son como deberían, cualquier trabajador debería aprender a dar lo mejor de sí mismo sin esperar el reconocimiento externo. Es decir, se debe tener la satisfacción propia de haber dado lo mejor de uno mismo. Por ello, las técnicas de automotivación implican dar un sentido propio al trabajo diario. Por otra parte, también es importante buscar el lado positivo de un empleo y no centrar la atención en lo negativo.
Por ejemplo, si tienes un horario laboral poco flexible intenta centrarte en el sueldo que ganas o en el buen ambiente que se respira en la oficina. Por otra parte, la motivación también implica la capacidad de un trabajador de evolucionar y no estancarse. Para ello, nada como tener inquietudes, nuevas metas, otros logros y apostar por la formación constante. Del mismo modo, también es esencial disfrutar del tiempo de ocio, tener calidad en las relaciones personales, disfrutar de la amistad… Todos estos elementos aportan emociones gratificantes como la alegría, la ilusión y el entusiasmo. Emociones que están directamente conectadas con la motivación.