El proceso de creación de un negocio requiere de pasos que se centran en las necesidades del proyecto. Pero, más allá del plano comercial, la esencia del emprendimiento pone en el centro a la persona. El profesional que inicia este camino en su vida, convive con emociones que influyen de forma directa en el proceso. Ilusión, miedo, esperanza, inseguridad y alegría son solo algunos de los ingredientes que pueden manifestarse en el camino. Emprender desde el interior, en contacto con uno mismo, implica estar alineado con el ser.
Integrar las emociones en el proceso de emprendimiento
En la actualidad, los emprendedores buscan herramientas y recursos para gestionar los negocios y simplificar la realización de algunas tareas. Pero también es importante desarrollar habilidades para reducir el estrés, afrontar los obstáculos, convivir con la incertidumbre y mantener la motivación. La inteligencia emocional, en consecuencia, se sitúa en la base de un emprendimiento que está vinculado a la comprensión de uno mismo. La observación de la realidad y de una idea de negocio no solo parten desde una perspectiva racional. El estado de ánimo del momento influye de forma directa en la interpretación de lo real.
Sin embargo, las emociones también cambian. De hecho, puede ocurrir que en un mismo día la persona pase por etapas diferentes. Tan importante como profundizar en torno a la propuesta de valor del proyecto, es dedicar tiempo a uno mismo. Es positivo que inviertas espacio en tu formación con el fin de obtener una mayor preparación para afrontar el desafío que te has marcado.
Formación en inteligencia emocional
La importancia que la inteligencia emocional tiene actualmente en el mundo de los negocios es alta. De hecho, los centros de formación y las empresas programan talleres y cursos sobre temas relacionados con la cuestión. Comunicación asertiva, técnicas de negociación, organización eficaz del tiempo y gestión del estrés son algunos temas posibles.