Las empresas afrontan momentos de cambio e incertidumbre. Y el liderazgo se presenta como ese ingrediente esencial para guiar al equipo hacia el cumplimiento de las metas compartidas. Sin embargo, el papel del líder no siempre es positivo. Existen diferentes maneras de desarrollar el liderazgo y, en ocasiones, este se caracteriza por la ausencia. Es entonces cuando se produce una gran distancia entre el responsable y los colaboradores que forman parte del grupo.
Características de un líder ausente
Los miembros del equipo no cuentan con un referente al que admirar. Experimentan la soledad que produce el trabajo diario en un entorno en el que no hay un verdadero sentido del liderazgo. Un jefe ausente incrementa el nivel de incertidumbre y desorientación en las etapas que componen un proyecto. Se diferencia, por tanto, de aquel que adopta un papel consciente y responsable.
Un líder ausente puede estar físicamente presente en las instalaciones de la empresa, sin embargo, se comporta como si fuese inaccesible para los demás. De este modo, el personal contratado percibe claramente el mensaje enviado a través de su lenguaje corporal y su comunicación verbal. No inspira confianza y cercanía a quienes están a su alrededor. Asume el rol del líder como una competencia que está directamente unida a su cargo. Pero no cuenta con el reconocimiento de su autoridad por parte del grupo.
Efectos negativos del liderazgo ausente
La falta de liderazgo produce una ausencia de dirección clara. Y, en consecuencia, aumenta el riesgo de error. La productividad de los empleados baja porque se encuentran en un entorno que no nutre la creatividad. El liderazgo ausente debilita algunos de los ingredientes más importantes para la evolución y consolidación de un proyecto: la comunicación, la colaboración, el compromiso, la retención del talento, la toma de decisiones y la resolución de conflictos.