Se habla mucho sobre el marketing como un bien esencial para dar a conocer una marca o un producto. El merchandising está en conexión con el marketing pero de un modo más amplio puesto que a través de estas técnicas comerciales, el emprendedor potencia la imagen de empresa de modo atractivo ante los clientes pero desde distintos puntos de vista: decoración del entorno para crear un clima de acogida hacia el cliente, una presentación del producto cuidada en el escaparate, un empaquetado de los regalos… Desde esta perspectiva, el marketing no tiene un valor pasivo sino activo.
Cómo aplicarlo al punto de venta
Para llevar a cabo un buen merchandising en el negocio es indispensable que haya una distribución coherente de los productos en secciones diferenciadas y bien organizadas. De este modo, el cliente pasea por el interior del local con una orientación clara de dónde puede encontrar aquello que necesita. Ofrecer servicios interesantes a los clientes también es un buen método de diferenciación.
El merchandising remite a distintos factores que todos ellos tienen que ver con la importancia de atraer al público objetivo: trato personalizado, rótulos claros en el interior de la tienda, productos que aparecen claramante acompañados por el precio, una amplia variedad del producto y rotación frecuente en el escaparate.
Puntos de referencia para el cliente
Tanto la zona de entrada a la tienda como el escaparate tienen especial importancia para atraer la atención de los potenciales clientes, por ser las zonas más visibles. La colocación de los productos a través del uso de estanterías o vitrinas tienen como objetivos facilitar la exposición del catálogo con una buena visibilidad.
El merchandising supone tomar conciencia de todos los detalles que capta el cliente del negocio con el fin de proyectar una imagen corporativa a través de la suma de los distintos elementos.