La sensación de urgencia irrumpe con frecuencia en la gestión de un negocio. Existen asuntos que no pueden posponerse durante mucho tiempo. Por otra parte, nacen numerosas prioridades: innovar, encontrar soluciones a los problemas, ajustar el presupuesto y ofrecer una excelente atención al cliente. Hay decisiones contextualizadas en el corto plazo que se alinean con objetivos de futuro. Por ello, la constante vinculación entre el ahora y el mañana deriva en un sentido de urgencia que, en ocasiones, no parece fácil de gestionar. Una sensación que, por otra parte, crece en un contexto de incertidumbre y de cambio. ¿Cómo convertir esta situación en una oportunidad?
1. Establecer objetivos diarios y semanales
Para sentar las bases de la evolución de un proyecto, es recomendable afianzar sus cimientos. La resiliencia corporativa aumenta con el cumplimiento de cada meta diaria y semanal.
2. Gestión centrada en la búsqueda de soluciones
Existen diferentes obstáculos que irrumpen en el calendario mensual. ¿Qué perspectiva conviene afrontar? Es recomendable apostar por una gestión que se alinea con la búsqueda de soluciones. En ocasiones, es necesario plantear varias alternativas antes de identificar aquella que resulta viable en la práctica.
3. Establecer expectativas realistas
La sensación de urgencia puede intensificar las emociones desagradables que influyen en la observación de la realidad. Por ello, es recomendable limitar la impaciencia, por medio del establecimiento de expectativas alcanzables. A su vez, los objetivos deben suponer un verdadero reto que impulse la evolución de la idea inicial.
4. Buscar el asesoramiento de expertos en diferentes campos
El responsable de un negocio no domina todas las áreas que forman parte del proyecto. Es recomendable que su labor se afiance con la voz de diferentes expertos. El criterio especializado de asesores cualificados es fundamental para tomar decisiones más acertadas.
El sentido de urgencia, a su vez, debe completarse con la práctica de la inteligencia emocional.