Una empresa muestra su compromiso con la sociedad, con sus clientes y con los empleados a través de perspectivas diferentes. Una de ellas, adquiere la forma de la prevención. Una prevención que queda perfectamente enmarcada en la cultura organizacional de aquella entidad que impulsa estrategias adecuadas para garantizar la seguridad de los trabajadores. Pero esta cultura preventiva no se percibe como un objetivo completado, sino como un proceso de mejora continua.
Un enfoque global
De este modo, la empresa está inmersa en una evolución que es el reflejo de su propia excelencia. Esta visión es holística, es decir, afecta a todos los ámbitos de una organización. A su vez, este proyecto tiene una perspectiva a largo plazo. Por otra parte, esta cultura preventiva también motiva a todos los miembros de un proyecto, puesto que todos ocupan un lugar relevante en este contexto. Dan voz a esta cultura preventiva y la hacen posible.
Esta cultura preventiva tiene una mirada global porque contempla las acciones llevadas a cabo por la organización y, también, el comportamiento responsable de quienes trabajan en el proyecto. Esta combinación de teoría y práctica contribuye a la creación de un espacio feliz. La búsqueda de la seguridad es el objetivo esencial de esta planificación. Y el logro de este fin comienza desde la prevención.
Comportamiento proactivo
La importancia de la prevención es determinante en cualquier circunstancia, incluso cuando no existen datos objetivos sobre un peligro que pueda darse en un breve plazo de tiempo. Un comportamiento proactivo se diferencia de la respuesta reactiva en la capacidad de actuar de manera anticipada.
Esta cultura influye de forma positiva en el compromiso, implicación y motivación de los trabajadores. Eleva el salario emocional de un equipo que se siente identificado con los valores de la entidad. De este modo, también crece el bienestar personal durante el horario laboral.