El vínculo profesional creado por una empresa y un trabajador es verdaderamente constructivo cuando es satisfactorio para ambas partes. ¿Qué ocurre cuando se rompen las expectativas del trabajador de manera recurrente? Si la situación de desencanto profesional se prolonga en el tiempo, surgen diferentes alternativas. El camino más habitual es que empiece a buscar nuevas ofertas de empleo para optar a mejores oportunidades. Sin embargo, también existe otro tipo de respuesta que puede materializarse en este contexto. Recibe el nombre de quiet quitting o renuncia silenciosa. ¿En qué consiste y cómo se manifiesta?
Qué es la renuncia silenciosa
Es una decisión que puede marcar un punto de inflexión en la jornada laboral del empleado. A partir de ese momento, decide ocuparse, únicamente, de aquellas tareas y funciones para las que fue contratado. Cumple con las condiciones del acuerdo y obligaciones descritas en el contrato. Por el contrario, no asume la responsabilidad de otros aspectos que no le corresponden como, por ejemplo, las horas extra sin cobrar.
Cuando el compromiso de un trabajador no es reconocido de forma objetiva, este puede sentirse infravalorado y cansado. Hay que tener en cuenta que, en ese tipo de situación, sus derechos son vulnerados. Y la medida adoptada a través de la renuncia silenciosa refleja una forma de establecer límites. Hasta llegar a ese momento, es habitual que el profesional haya acumulado cansancio, renuncias personales, estrés o desmotivación. Y quiere impulsar un cambio que sea positivo para él.
Una mentalidad que muestra una nueva forma de afrontar el trabajo
La renuncia silenciosa no solo puede enmarcarse en el ejemplo mencionado previamente. También muestra una mentalidad que se integra en una filosofía de vida práctica en la que la felicidad no gira alrededor de la carrera profesional. El trabajo es importante, pero no implica que el trabajador deba estar permanentemente pendiente de proyectos, tareas y gestiones. De este modo, cumple con sus compromisos en el horario establecido. Pero también disfruta de su tiempo libre. El desarrollo profesional puede convertirse en una fuente de satisfacción que enriquece otros planos de la vida. Aunque también sucede al revés: las preocupaciones, las dificultades y los conflictos experimentados en este ámbito pueden trasladarse más allá de los límites de la oficina. En ese caso, la propia calidad de vida del trabajador se ve afectada.
Al propio contexto profesional puede sumarse un entorno actual marcado por la incertidumbre. Los miedos de futuro relacionados con asuntos de trabajo anticipan situaciones que probablemente nunca ocurran en la realidad. Cada persona desarrolla sus propias estrategias de afrontamiento para encontrar un equilibrio entre la vida profesional y familiar. Y, también, para conectar con el presente en un tiempo que avanza al ritmo de la prisa. La meditación y la atención plena han alcanzado una gran proyección.
La renuncia silenciosa adquiere un significado profundo a partir de la pandemia
Pero existen otras respuestas que se enmarcan en este escenario. La renuncia silenciosa es un ejemplo de ello. Supone dar al trabajo el lugar y la importancia que tiene. Pero sin dejar que ocupe todo el espacio de la vida personal. Es una tendencia que ha experimentado un crecimiento significativo en el marco de la pandemia. Un periodo intenso en el que muchos profesionales se han replantado sus prioridades.
Los profesionales que se encuentran en este punto, generalmente, no quieren ser despedidos. Pero tampoco desean vivir para trabajar o que su esfuerzo no se valore de manera objetiva. Las condiciones de un puesto exigente que no ofrece unas expectativas positivas de desarrollo también pueden influir en esta experiencia. Es decir, es importante que las empresas se impliquen directamente para prevenir que la renuncia silenciosa afecte a la productividad.