En cualquier empresa existen personas cuyo objetivo principal es pasar desapercibidas, es decir, no destacar demasiado y no hacer mucho ruido porque no se sienten preparadas para exponerse, mostrarse tal y como son, y ser claras en aquello que piensan. Muchas de las frustraciones que se arrastran en el terreno laboral proceden de pensar algo y no decirlo por miedo a las consecuencias que pueda tener dicho comentario. Las personas que pretenden pasar desapercibidas viven en un segundo plano, sin dar rienda suelta a todas sus posibilidades.
Se trata de un efecto de una autoestima negativa que causa mucho dolor a aquellos que interpretan el brillo o el éxito desde una perspectiva negativa. Siendo realistas, en la medida en que una persona se expone más públicamente, también es más vulnerable a la hora de poder recibir críticas tanto positivas como negativas. Sin embargo, quienes quieren vivir en un segundo plano se paralizan únicamente por el temor al rechazo o al dolor que supone la opinión de terceros.
En plena crisis económica, en donde de verdad lo que impera es el talento y las ganas por crecer y mejorar como persona es indispensable dar el paso de ser protagonista en el trabajo. No se trata de llamar la atención por pura vanidad sino de dar ideas, aportar opiniones constructivas, crecer y tener motivación por evolucionar.
Las personas que quieren quedar en un segundo plano, luego sí se permiten criticar las ideas de aquellos que con valentía, se muestran tal y como son. Toda una contradicción a nivel emocional. Dejar de estar en un segundo plano implica ir superando barreras para poder tener más fortaleza emocional a la hora de superar cualquier comentario adverso. Puedes defenderte de cualquier crítica con los argumentos adecuados y con pensamiento positivo. En otros casos, existen personas que quieren quedar en un segundo plano, por pura timidez. En ese caso, puede servirte de ayuda un curso para hablar en público.