Trabajar de cara al público no sólo implica un alto dominio de competencias teóricas en función de la descripción del puesto de empleo sino también, grandes habilidades sociales, es decir, tener capacidad de afronar la timidez, tener amabilidad incluso cuando el propio trabajador tiene un estado de ánimo triste (el cliente no debe notarlo), no perder las formas ni los modales… En definitiva, el trabajo de cara al público no sólo es uno de los más exigentes y de los que más puede desgastar a una persona, sino también, uno de los más frustrantes, en tanto que el cliente, no siempre es agradecido. Afortunadamente, muchos sí que lo son.
Por ello, como cliente de una empresa, también es esencial aprender a ser agradecido con el trato que recibes. Se puede trabajar de cara al público en el ámbito de la hostelería, en el sector servicios, o en el departamento de atención al cliente de una empresa.
En ese caso, también se debe cuidar mucho la imagen corporal para transmitir un mensaje de confianza y credibilidad. En algunas empresas se utiliza uniforme, pero en otras ocasiones, es el propio trabajador el que debe seleccionar su look para cada día. Uno de los peligros emocionales de trabajar de cara al público es que a veces, se pierde la paciencia y la motivación.
Una sensación de malestar que aumenta todavía más en la sociedad actual ante los bajos sueldos que se reciben por algunos puestos de empleo. En definitiva, para trabajar de cara al público hay que valer. De lo contrario, de ser una persona que sufre en las relaciones sociales, mejor no intentarlo y buscar un hueco en otro tipo de empleo. ¿Te gusta trabajar de cara al público? ¿Cuál ha sido tu experiencia en este campo?