Las empresas familiares constituyen un núcleo importante del tejido empresarial. Las empresas viven ciclos y etapas. En algunos casos, la venta forma parte de este proyecto. ¿En qué momentos conviene valorar la venta como una opción realista? En Empresariados describimos tres situaciones.
Garantizar la continuidad del negocio
Puede ocurrir que en el negocio no exista una continuidad generacional al no haber personas interesadas en implicarse en esta idea de negocio paralela a la historia familiar. Puede ocurrir, además, que sí haya alguien dispuesto a asumir esta responsabilidad, sin embargo, no está cualificado ni preparado para desempeñar las funciones propias de este rol de manera objetiva. En ese caso, la venta puede ser una decisión consciente.
Conflictos familiares
Un negocio familiar tiene las fortaleza y la resiliencia propia del talento sumado al legado afectivo de quienes nutren con emociones el valor de esa idea, pero también, tiene las vulnerabilidades propias de un sistema en el que pueden producirse rivalidades, discusiones, enfrentamientos, envidia, distanciamientos, enfados y frustraciones.
Cuando el futuro de la organización puede estar condicionado por tensiones de este tipo protagonizadas por las nuevas generaciones, puede ser una buena idea la de meditar la opción de la venta como una garantía de estabilidad, por el propio caos presente en el sistema humano.
Crecimiento empresarial
Antes de que el negocio se quede estancado en un punto determinado de su biografía, cuando tiene potencial para evolucionar y llegar a un público más amplio, también es posible integrar la venta como una estrategia que propicia este renacimiento comercial.
El factor del presupuesto puede condicionar desde el punto de vista financiero la inversión en nuevos medios técnicos que permitan esta actualización de la empresa para adaptarla a las necesidades del mercado a través de su mejor versión.
Por tanto, estas son las razones que pueden motivar la venta en las empresas familiares.