Formar un buen equipo de trabajo no siempre es una tarea sencilla ya que, en ocasiones, hay que hacer cambios hasta crear una base sólida de la pirámide. Pero un equipo es un pilar básico en el éxito de una empresa. ¿Cómo formar un verdadero equipo que tiene una buena coordinación y un alto nivel de implicación?
Definir los roles
Es muy importante que cada empleado sepa cuál es su rol, es decir, tenga claro cuál es el papel que desempeña y tenga un espacio definido en el seno del equipo. La definición de roles no sólo es fundamental para afianzar el autoconocimiento de uno mismo sino también para que cada trabajador conozca cuál es el papel de otro compañero. Cuando las posiciones están claras, entonces, un trabajador no interfiere en la labor del otro sino que facilita su función de una forma asertiva.
Es importante buscar el puesto que más se adapte al perfil profesional de un trabajador para que se sienta realizado. Cuanto más integrado esté un empleado en su función, más posibilidades existen de crear un puzzle humano basado en la felicidad común y en la satisfacción del trabajo bien hecho.
El papel del líder
Todos los miembros de un equipo son igual de importantes, nadie es más que nadie. La diferencia radica en el papel que desempeña cada profesional. El líder, jefe de equipos, tiene un papel de unión al mediar en la resolución de conflictos, aportar motivación colectiva o individual en función del momento y creación de un modelo a seguir en la actitud. Los trabajadores terminan interiorizando actitudes que ven en el líder. Por ello, una comunicación asertiva cala hondo en el modo de ser de los empleados.
Una estructura clara
Así como en el seno de un equipo de trabajo cada empleado debe de tener claro cuál es su rol, del mismo modo, en un equipo debe de existir una estructura clara y muy marcada. Los diferentes estratos del equipo deben tener una jerarquía organizada en base a unos objetivos comunes. Toda estructura garantiza el orden en el trabajo en equipo. Crea un sentimiento de unidad que es contrario a todo individualismo.
Número de miembros de un equipo
Es aconsejable limitar el número de miembros de un equipo en torno a las doce personas como máximo. Es más fácil tener un diálogo positivo en un grupo de este tamaño que cuando el grupo es superior a veinte, por ejemplo. A mayor número de personas en un equipo de trabajo, más dificultades surgen en la comunicación. Además, el hecho de que el grupo de trabajo sea pequeño también propicia que cada uno pueda conocer bien al otro y sentir la sensación de pertenencia que surge al estar integrado en un equipo.
Método de trabajo común
Es muy importante que en un equipo de trabajo exista una metodología común puesto que los equipos deben de funcionar con indicaciones similares. Del mismo modo, la filosofía de empresa debe de quedar clara para todos los miembros del equipo respetando esa estructura como una base sólida sobre la que se asientan los cimientos emocionales y humanos de la empresa.
Formación constante
Es muy importante ofrecer a los empleados recursos de formación y también, motivación para formarse con el objetivo de obtener nuevos recursos. De lo contrario, el equipo puede quedarse estancado en la rutina que puede ser mortal para la creatividad de los empleados. Un equipo tiene que ser una entidad dinámica que está en constante proceso de adaptación al cambio. Y la formación es un aliciente vital de motivación para cualquier trabajador con inquietudes. Dentro de esa formación es importante ofrecer recursos sobre habilidades sociales, gestión del tiempo, inteligencia emocional, comunicación asertiva y coaching.