Los empresarios tienen que tomar decisiones muy importantes a lo largo de la rutina laboral, y en cada decisión, hacen frente a la incertidumbre y los riesgos futuros. Por ello, la tranquilidad mental es indispensable para poder pensar con claridad y saber discernir lo adecuado. La emoción puede nublar la razón. Por ello, el estado de ánimo influye más de lo que parece a simple vista en la suerte o en el fracaso. ¿Qué emociones debe de cultivar ante todo un emprendedor?
La ilusión, la motivación, la fuerza… Estas emociones surgen de una forma natural al inicio de un proyecto, sin embargo, pueden apagarse poco a poco con el paso del tiempo. Por ello, es positivo buscar fórmulas para poder rescatar este estado emocional. ¿Qué riesgo surge de tomar una decisión importante en un momento de extrema tristeza o de enfado? La situación no se ve con objetividad, sino bajo el filtro de la subjetividad que centra la atención en el vaso medio vacío. El miedo también es mucho mayor y la desconfianza crece. En cambio, en un buen día, te sientes seguro de ti mismo, tienes fe y esa autoestima también se muestra en tus decisiones.
El mayor riesgo de un empresario es tener cambios bruscos de humor, pasar de la alegría a la apatía de una forma rápida en la rutina diaria como consecuencia de las circunstancias externas. Tú eres el motor de tu destino profesional, por ello, tienes que trabajar la estabilidad interior para no dejarte afectar tanto por un entorno que, en tiempos de crisis, no siempre resulta prometedor. Además, gracias a la estabilidad emocional también serás mucho más feliz y te sentirás mejor contigo mismo.
El estado de ánimo del jefe ejerce una influencia en toda la plantilla que de una forma directa también respira el buen ambiente en la oficina.