Una de las decisiones que debe tomar un autónomo cuando ejerce su actividad profesional es la cotización mensual. Muchos autónomos cotizan el mínimo ante la imposibilidad de hacer frente a una mayor base. Esta decisión tiene algunas ventajas, por ejemplo, el autónomo dispone de más ingresos mensuales a partir de los que percibe.
Cotización mínima del autónomo
Sin embargo, también es cierto que cotizar el mínimo tiene inconvenientes. Uno de los más importantes, en relación con el futuro, es decir, desde la perspectiva de la jubilación. Por esta razón, algunos autónomos también empiezan a planificar su futuro personal desde el punto de vista financiero por medio de un plan de pensiones privado. Otra situación en la que cotizar el mínimo supone un inconveniente se produce en el caso de vivir un periodo de baja laboral largo.
El autónomo tiene la obligación de cotizar al ejercer su actividad desde el instante en el que inicia su actividad. La cuota de autónomos se paga cada mes pudiendo hacerlo a través de la la Tesorería General de la Seguridad Social o por medio del pago bancario.
A partir de los 46 años, muchos autónomos deciden incrementar su base de cotización con la perspectiva de mejorar su pensión en la jubilación. Esta edad es especialmente significativa para tomar esta decisión. Los últimos años de cotización son los más determinantes para calcular la pensión del trabajador.
Aumentar la base de cotización
La base de cotización también puede condicionar la cuantía de una baja por incapacidad permanente o viudedad. Generalmente, el colectivo autónomo vive ligado al presente porque su situación le deja poco margen para planificar el futuro cuando en muchos casos, llegar a final de mes se convierte en una supervivencia que solo es posible a partir de la cotización mínima.
Sin embargo, en caso de que sea posible, incrementar la base de cotización también aporta ventajas de futuro que conviene valorar desde la perspectiva de la planificación de la situación económica del mañana.